Jul 24_2020 Mi Nombre es tremendo, Mi Nombre vence a todo mal, Mi Nombre desarma a aquellos que se sienten grandes, poderosos. Soy el Mesías, Soy vuestro Dios.

Rosario matutino – Mensaje ÚNICO.

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Mensaje de Nuestro Señor Jesucristo a J. V.

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Primer Misterio. Habla Nuestro Señor Jesucristo.

(Lenguas…)

Hijitos Míos, estoy en la Cruz, pero es una Cruz Gloriosa, una Cruz de Bien, una Cruz de Vida. Soy como un libro abierto, pero tenéis que aprender a leerlo para sacarle todo el provecho posible a Mi Donación y a todo lo que hice por vosotros al darMe para levantaros del mal en el que caísteis por el Pecado Original.

La Cruz es como esa serpiente que levantaron con Moisés para que, aquellos que la vieran, tuvieran nuevamente vida. Aquellos que Me ven tienen nueva vida si Me buscan, si se arrepienten de sus faltas, si desean crecer en Sabiduría y Amor.

Muchos santos, muchas almas que Me buscan, Me encuentran y encuentran gran Sabiduría. Simplemente, al estar ante la Cruz, Yo les concedo Sabiduría y muchas Bendiciones por ese hecho de buscarMe y tratar de entender toda Mi Donación por vosotros.

Mucho podéis aprender, y debéis pedirLe a Mi Santo Espíritu que os tome de la mano y os lleve a ese Aprendizaje Divino que os da Mi estancia en la Tierra; no es solamente el momento de Mi Crucifixión en el que vosotros obtenéis Conocimiento y Sabiduría, es toda Mi Vida, desde que fui concebido en el Vientre de Mi Madre.

Primeramente, Mi Humildad Divina. Todo un Dios Omnipotente, Creador del Universo, entrar a un Vientre pequeño, santísimo, el de Mi Madre, y hacerMe Pequeño para vosotros, para enseñaros lo que es la Humildad, la sencillez.

Os he dicho qué es la gran Virtud que abre todas las puertas a las demás Virtudes. La Humildad os hace entender que debéis aprender a ser pequeños, que vosotros no tenéis las capacidades para moveros en este mundo sin Nuestra Sabiduría, sin Nuestro Amor, sin Nuestra Guía Divina. Si Yo Me hice Hombre, si Yo siendo Dios, el Omnipotente, el Inmenso, el Infinito, Me hice Pequeño, debéis aprender a esa sencillez.

Se os ha dicho que vosotros no sois nada si Nuestra Santísima Trinidad no está en vosotros, ese sería el primer punto que debéis vosotros meditar y profundizar: vuestra nada. Sois nada porque sois muy pequeños, y en el momento en que vosotros sois atacados por la soberbia, desaparecéis, porque en la soberbia no hay cabida para que Nuestra Trinidad se derrame en vosotros.

La soberbia os lleva a prescindir totalmente de Nosotros. En vuestra soberbia vosotros os sentís autosuficientes, y no solamente la soberbia os separa de Nosotros sino que os vuelve almas tontas, almas que no saben ver la realidad de su existencia. ¿Acaso vosotros podéis crear? ¿Acaso vosotros podéis dar vida a alguien que ha muerto? ¿Acaso vosotros tenéis la Sabiduría de dar un consejo sano a alguien que os lo pide? ¿Acaso vosotros podéis quitaros edad y ser más jóvenes? Sin Nosotros, os repito, vosotros no sois nada, es Nuestra Gracia la que debéis dejar habitar en vosotros para que, si Nosotros quereMos, podáis hacer grandes cosas como Me visteis hacer en la Tierra cuando anduve entre vosotros.

Sois instrumentos, no sois amos. Soy ese libro abierto para que, cuando pidáis Sabiduría, podáis extraer de Mí grandes Conocimientos y así normar una conducta santa en vosotros, para que actuéis en la Tierra sirviéndoNos para el bien de vuestros hermanos y para Gloria Nuestra.

Veis Mi niñez, una Donación total a Mi Padre. Desde el templo les hago notar a Mis Padres que vine a servir a Mi Padre, a vuestro Dios, pero acepté la autoridad de Mi Madre María y de Mi Padre José y seguí una vida normal entre los hombres.

Viene Mi tiempo de Evangelizar y muchos se quedan asombrados con la Sabiduría que salía de Mi Boca, y más con los Milagros que Yo hacía. “¿Cómo? Si éste es el hijo del carpintero.” He ahí la soberbia de los sacerdotes, de los escribas, de los que se creían los sabios y entendidos. “¿Cómo? Éste es el hijo del carpintero.”, como diciendo: “¿Éste quién es?” o “¿Quién se cree que es?”

Es la sencillez, nuevamente, que voy mostrando entre los hombres; una Sabiduría Divina, una Humildad a vista de todos y una sencillez de niños. Aquí os sigo dando a entender que debéis ser pequeñitos, sencillos como niños, para tener Sabiduría Divina.

Me llaman Jesús y, con Mi Nombre, los endemoniados son liberados, satanás es vencido, por el simple hecho de estar ante ellos y ordenándoles salir porque Yo Soy Jesús, el Nazareno. A Mi Nombre toda rodilla se dobla en el Cielo, en la Tierra y aun en los Infiernos. Mi Nombre es tremendo, Mi Nombre vence a todo mal, Mi Nombre desarma a aquellos que se sienten grandes, poderosos. Soy el Mesías, Soy vuestro Dios.

La gente empieza a reconocerMe como alguien más alto, más Sabio que los mismos escribas y fariseos, y Mi Predicación les trae la Palabra, la Sabiduría, la Justicia. Muestro ante el pueblo lo que realmente son esos fariseos y escribas: sepulcros blanqueados, o sea mentira, injusticias, maldades que obraban éstos que se decían los jefes de la sinagoga, supuestamente los sabios y los que debieran llevar el culto con todo respeto y amor al Santo Nombre de Dios y que no lo hacían, que solamente se aprovechaban del pueblo para llenarse de bienes materiales, pero su crecimiento espiritual dejaba mucho que desear. Al nombrarMe, ellos palidecían porque sabían que había alguien más grande que ellos y por eso Me eliminaron.

Viene Mi Pasión dolorosísima para levantaros a todos vosotros del pecado. Vuestra Redención llega y Me doy para abriros las Puertas del Cielo. Mi Sangre se derrama sobre vosotros y esto os alcanza vuestra salvación. Mi Sangre, otro Poder inmenso que os dejo, Mis pequeños, Mi Sangre os da Vida y la tenéis en la Eucaristía; Mi Sangre os protege contra las fuerzas de satanás, cuando Me pedís que Mi Sangre os cubra y os proteja de toda asechanza. Mi Sangre os vivifica, os da fuerza, porque en Mi Sangre, en la sangre está la vida.

Como se explica en el Antiguo Testamento: Aquel que come Mi Carne y bebe Mi Sangre tendrá vida conMigo en el Paraíso. Os voy dejando todo Mi Ser, Mis Palabras os llevan a una Sabiduría Divina, Mi Ejemplo os santifica, Mi Nombre os protege de las fuerzas de satanás, Mi Sangre os da Vida junto con Mi Cuerpo. Me tenéis enteramente con vosotros.

Estoy crucificado y sigo pidiendo por vosotros, Me sigo ofreciendo para alcanzar vuestra Redención. Mis dolores son los dolores que vosotros debierais recibir por esa herencia de vuestros Primeros Padres, y Yo los tomé para que vosotros no sufrierais. Soy levantado en la Cruz y aquel que Me ve y se arrepiente de sus pecados, cobra nueva Vida.

Sois creaturitas indefensas porque, si realmente entrarais en ese Misterio de Amor, en ese misterio de vuestra pequeñez, os daríais cuenta que no sois nada, pero por Mi Donación os devuelvo a la Vida, a la verdadera Vida de Dios.

Ahora tenéis el derecho de entrar al Reino de los Cielos porque Yo Me di por vosotros. Os veo y os cuido en todo momento, os busco y, aun viendo vuestra terquedad como el pueblo judío y vuestra necedad en buscar vuestra santificación, os sigo buscando y sigo esperando que volteéis a verMe en la Cruz y, de esta forma, seáis tocados y que volváis a tener vida en Mí.

¡Cuánto dolor Me causáis, Mis pequeños! Después de tantas cosas que os he dejado para que vosotros tuvierais una vida grande, santa, divina, y desperdiciáis todo lo que he hecho por vosotros. ¡Cuántas injusticias se siguen cometiendo!, y todo por la soberbia del hombre que no ha acabado de darse cuenta de que no sois nada si Nuestra Presencia Divina no está en vosotros.

A pesar de que no sois nada, cuando vosotros abrís vuestro corazón y dejáis que Nuestra Gracia anide en vuestro corazón, en ese momento os volvéis un todo con Nosotros; ya no sois vosotros los que vivís en ese cuerpo frágil, es Nuestra Trinidad la que está viviendo en vosotros y es cuando vosotros podéis hacer grandes cosas para el Cielo y para vuestros hermanos, porque tomamos vuestra nada y, a través de vuestra nada, Nos manifestaMos para el Bien de vuestros hermanos.

Sois nada, ¡entendedlo, Mis pequeños!, pero si aprendéis a leer y a aprender de Mí aquí en la Cruz, seréis grandes ante Nuestros ojos. Seguid siendo pequeñitos, nunca dejéis que la soberbia os venza en vuestra nada porque, a través de ella, podaMos hacer grandes cosas. Si la soberbia entra en vosotros, perderéis todo.

Gracias, Mis pequeños.