Jun 18_2020 Pedidle a Mi Hijo, vuestro Dios, que derraméis las lágrimas de arrepentimiento mientras viváis, porque después ya no os servirán para nada cuando os presentéis ante Él en vuestro juicio.

Rosario vespertino – Mensaje ÚNICO

=================================

Mensaje de la Santísima Virgen María a J. V.

=================================

Cuarto Misterio. Habla la Santísima Virgen María.

Hijitos Míos, Me duele tanto ver cómo esta humanidad se olvida de Mi Pequeñito. Lo traigo en Mis brazos, os Lo ofrezco, os Lo enseño, para que os enamoréis del Amor de Mi Pequeño, ¡es vuestro Dios!  Ha venido a salvaros, trae una misión grande y dolorosa, pero también llena de mucho Amor y Sabiduría Divina, para compartir con los hombres. ¡Es todo un Dios, es Pequeñito, véanlo, es vuestro Dios!

Cuánta humildad en Mi Pequeño Hijo, Mi Dios, ¡Yo misma Me arrodillo ante Él! Lo abrazo, Lo amo, Lo beso, pero también Lo adoro, porque es Mi Dios y es vuestro Dios también, Mis pequeños. El Creador del Universo, Él, que es la Palabra, viene a estar con vosotros; Él viene a estar en el mundo, para compartir la vida del Cielo con vosotros, pero el hombre no quiere entender, el hombre se ha olvidado de Él y solamente se acuerda el hombre de Él cuando hay grandes necesidades, pero, cuando estáis, bien no os acordáis ni siquiera de agradecerle. Ya no reconocéis en Él Su Providencia Divina.

Todo lo que tenéis, los bienes que necesitáis del mundo, Él os los concede, Él busca vuestro bien humano, y provee de lo que necesitáis, pero no os acordáis de pedirle por vuestro bien espiritual. Estáis tan desviados con las cosas del mundo, sentís que solamente necesitáis de eso.

¿Cómo podéis vivir sin la vida espiritual? Vuestra alma añora el Alimento Divino: oraciones, plegarias, agradecimientos a vuestro Dios, el compartir de lo que tenéis y agradecerle a vuestro Dios por lo que tenéis.

Mis pequeños, no lleváis vida espiritual, lleváis solamente vida de mundo y el mundo ahora os está traicionando. Estáis viendo cómo le teméis a una supuesta enfermedad que os está encarcelando y todo, precisamente, por no tener vida espiritual, porque si la tuvierais, escucharíais a Mi Esposo, el Espíritu Santo, en vuestro interior y os daríais cuenta de la mentira que ha creado satanás a través de sus instrumentos en la Tierra, pero no, ya no sabéis escuchar a vuestro Dios en vuestro corazón.

La gran mayoría de vosotros vivís solamente para el mundo, buscáis solamente los bienes del mundo. Para vosotros solamente hay trabajo, diversión, hay vida solamente para complacer a vuestro cuerpo y a vuestras pasiones, ¿qué haréis cuándo Mi Pequeñito, el que estáis viendo ahora estando ya en el Cielo después de cumplir Su Misión, os espere, espere vuestra alma y lleguéis ante Él?, la vergüenza no cabrá en vosotros, llegaréis con las manos vacías. ¿Dónde quedaron vuestras riquezas? ¿Para qué os sirvieron? ¿Dónde quedó el tiempo que se os concedió para servir a Mi Pequeñito y que no aprovechasteis para el bien? ¿De qué os sirvieron viajes, vida de mundo, el desperdicio de los bienes que se os dieron, para que tuvierais para alimentaros, para cubrir vuestro cuerpo, para tener una casa que os protegiera? Desperdiciasteis ese dinero en placeres vanos que pudisteis haber repartido a los pobres.

Ved a Mi Pequeñito, todavía un bebé, y vuestro corazón no busca a vuestro Dios. Ciertamente satanás se las ha ingeniado para que saquéis de vuestra vida el Amor de este Pequeñito, vuestro Dios, Mi Hijo, Mi Dios a quien sirvo. ¿Cuántas lágrimas brotarán de vuestros ojos cuando os deis cuenta de vuestro error? Pedidle a Mi Hijo, vuestro Dios, que derraméis las lágrimas de arrepentimiento mientras viváis, porque después ya no os servirán para nada cuando os presentéis ante Él en vuestro juicio.

Se os ha avisado tanto para que retomarais el camino del bien, pero insistís en vivir en el mal. En las Escrituras se os habla de que aprendierais a ver los signos de los tiempos y ni eso queréis ver. El mundo está hecho un caos, la apostasía, o sea, el darle la espalda a Mi Hijo, a Mi Dios, a este Bebé que tengo en Mis brazos, la estáis sufriendo ya, de la cual la mayoría sois los causantes de olvidaros de amar y respetar a vuestro Dios, a quien tengo aquí en Mis brazos. Cuánto error de vuestra parte, y ese error os puede costar la Vida Eterna.

Nos hemos cansado de tratar de ayudaros, y para que agradecierais al Cielo la donación de Mi Pequeñito. Milagros por todos lados, Mis apariciones en todo el mundo, los Milagros de la Eucaristía, la vida de Mi Hijo entre vosotros, y vosotros seguís impávidos. No os movéis en arrepentimiento por vuestras faltas, ya no hay amor en vuestro corazón, ya no respetáis a Vuestro Dios, ya no Le buscáis para que vuestro corazón se mueva en arrepentimiento y crezca en el amor.

¿Qué tenéis, pues, en vuestro corazón? ¿Qué tenéis pues? Vacío está, cuánta basura habéis dejado entrar en vuestro corazón; un corazón que no ama, no sirve ya. Oiréis llantos y desesperación a vuestro alrededor cuando los acontecimientos se vayan agravando, y más va a ser la desesperación porque vuestros brazos levantados no sabrán de dónde asirse.  No creéis en vuestro Dios, ¿en quién creéis entonces, si es el único que os puede salvar de toda la maldad que estáis viviendo y que empeorará? Llantos desesperados se escucharán porque no sabréis a donde ir, qué hacer.

Satanás tomará a muchas almas en esa desesperación, en la cual muchos se quitarán la vida. Los momentos que se avecinan son demasiado fuertes para aquellos que no tienen ningún soporte espiritual. Los que están viviendo en el Amor, los que respetan a Mi Pequeñito, a Mi Dios, vuestro Dios, sufrirán, pero ese sufrimiento les servirá de Purificación y lo agradeceréis, Mis pequeños, porque os preparará para el cambio que este mundo ha de dar.

Cielos nuevos y Tierras nuevas se os han prometido, pero no todos entraran a ellos. Cuánto dolor causáis vosotros, los que habéis apostatado o aquellos que no habéis dejado entrar en vuestro corazón a vuestro Dios y Señor. Buscasteis el mundo y el mundo ahora os aplastará; no habéis aprendido a vivir vida espiritual, que está muy por encima de la vida del mundo, y habéis sido ciegos y sordos a los llamados del Cielo.

Me da tanta pena deciros esto, Mis pequeños, soy vuestra Madre, soy la Madre del Amor, de éste, Mi Pequeño, de Mi Dios y Señor, pero una madre también tiene que reprender a los hijos y más cuando veo que estáis dañando el Corazón de Mi Pequeñito, Mi Señor y Mi Dios, que se dio por cada uno de vosotros y, en lugar de agradecerle, Le seguís blasfemando, Lo seguís ofendiendo, Lo seguís olvidando. ¿Cómo puede estar una Madre, cuando ve que a su alrededor le están ofendiendo y maltratando a su Hijo y que en este caso es vuestro Dios?

Enmendad vuestro camino, Mis pequeños, imploro al Cielo para que cambiéis, para que os arrepintáis, para que os deis cuenta que vuestro Dios ha venido a salvaros. Se dio por cada uno de vosotros, se dio por entero y vosotros no respondéis. Tarde será para muchos, al darse cuenta de su error, y morirán eternamente.

Un padre, una madre, que amen a sus hijos, continuamente les están enseñando lecciones de vida y eso es lo que hemos hecho, Mis pequeños, por mucho tiempo, pero esta humanidad no entiende.

Llegará un momento en el que no soportareis ya la maldad que veréis a vuestro alrededor. Recordad estas palabras que os digo, Mis pequeños, y le ruego a Mi Señor y Mi Dios, a Mi Pequeñito que traigo en Mis brazos, que toque vuestros corazones y os arrepintáis.

He aquí, Mis pequeños, a vuestro Dios, vuestro Salvador, vuestro Redentor. ¡Entended antes de que sea demasiado tarde!

Gracias, Mis pequeños.