Abr 09_19 ¿En dónde está, pues, lo que Mi Hijo os dijo, de que si quisierais seguirLe, tomarais vuestra cruz y Le siguierais?

Rosario vespertino-Mensaje ÚNICO

=====================

Mensaje de Dios Padre a J. V.

=====================

Primer Misterio. Habla Dios Padre.

Sobre: Si Yo os preguntara: ¿acaso creéis servir para poblar el Cielo que os tengo prometido?, ¿estáis, realmente, en buen estado para entrar al Reino de los Cielos?

Hijitos Míos, con vuestra forma terrena de pensar, vosotros, cuando veis que algo no os sirve, lo elimináis, compráis algo nuevo que reemplaza lo viejo y de esta forma, os quedáis con lo nuevo.

En vuestra forma humana de pensar, si Yo os preguntara, ¿acaso creéis servir para poblar el Cielo que os tengo prometido?, ¿estáis, realmente, en buen estado para entrar al Reino de los Cielos?

Si vosotros actuarais en la Verdad y Me respondierais honestamente, la gran mayoría de vosotros estaríais conscientes de que no estáis en condiciones espirituales para entrar al Reino de los Cielos.

La Luz de Mi Santo Espíritu, que habita en vosotros, os da ese conocimiento, sabéis si sois dignos o no, de estar Conmigo, vuestro Dios. Yo Soy la Pureza Increada, Yo Soy la Perfección Divina, Yo Soy el Todo y, aun así, os amo, Mis pequeños.

Conozco vuestra fragilidad pero, también, reconozco que algunos de vosotros, quisiera decir que, muchos de vosotros, lucháis contra esa fragilidad que os hace caer en pecado y que os separa de Mí.

Estáis a momentos de volver a acompañar a Mi Hijo en Su Pasión, muerte y Resurrección, pero ¿qué ha dejado, realmente, esto en vuestra existencia? ¿Cómo ha cambiado vuestra vida, el que vosotros, año a año, recordéis estos momentos de Donación Divina para vuestro bien?

Ya no habláis de que vais a vivir momentos en esta Semana Santa, momentos cruentos, momentos Divinos, en los cuales, vosotros, tenéis la oportunidad de reflexionar qué se hizo por vosotros, por vuestra redención; qué hizo Mi Hijo; cómo Me obedeció a Mí, Su Padre, para que bajara a reparar vuestros pecados y abriera, nuevamente, el Reino de los Cielos, que el Pecado Original había cerrado. Ya no vivo en vuestros corazones, Me habéis hecho a un lado. Ya no vivís para incrementar vuestra Fe y vuestro amor para Mí, vuestro Dios. Buscáis, nada más, el vivir felices, a vuestro modo y no cumpliendo con el deber Divino. Hasta dentro de Mi Misma Iglesia, la Iglesia que fundó Mi Hijo, representantes de ella, hablan de que vinisteis a gozar vuestra vida, que vinisteis a ser felices, ¿en dónde está, pues, lo que Mi Hijo os dijo, de que si quisierais seguirLe, tomarais vuestra cruz y Le siguierais?

Ya la palabra sufrimiento la habéis erradicado de vuestra vida, ya no pensáis, si quiera, en el término: sacrificio o penitencia; para vosotros, el daros por vuestros hermanos para un Bien Superior, no existe, pero, eso sí, Me exigís bienestar en todos los ámbitos de vuestra existencia, y Yo os pregunto, ¿a cambio de qué?

En una familia el padre y quizá la madre, trabajan y a veces, muy fuerte, para darle a los hijos lo mejor que pueden darles. Lo mínimo que pueden hacer los hijos, es responder en la misma forma, que es el ayudar a los padres con la misma moneda. En su corta edad, ayudar en el hogar, ser buenos estudiantes, respetar a sus padres y cuidarlos, para que puedan seguir ayudándoles.

Yo, como Maestro Creador, vuestro Padre, vuestro Donador, podría exigiros lo mismo, pero Yo no exijo por obligación, Yo pido con Amor que respondáis a lo que habéis recibido en este mundo, desde el momento de vuestra concepción. Creo que Me lo merezco, porque os doy todo, velo por vosotros y, a pesar de que vuestra espiritualidad no es de lo mejor que vosotros podáis presumir, aun así, os sigo amando, os sigo cuidando, os sigo proveyendo de lo que necesitáis.

Recordad que os he dicho que el Cielo se gana y se gana con buenas acciones, se gana con buenas respuestas hacia lo que Yo os doy por los cuidados que Yo os procuro. Pero, ni aun así, hay respuestas dignas del hombre.

Mi Hijo, que estuvo entre vosotros en la Tierra, sigue mendigando vuestro Amor; Yo Mismo, también, sigo mendigando algo bueno que salga de vuestro corazón hacia Mí.

¿No os avergüenza esto? Ciertamente, Yo tengo todo y no necesito de vuestro amor, pero lo que quiero ver de parte de vosotros, es una respuesta de amor, porque el Reino de los Cielos es puro Amor, se vive el Amor y lo viviréis eternamente, pero no podéis entrar al Reino de los Cielos, si de vuestro corazón no sale un verdadero acto de amor.

Sigo mendigando, os sigo pidiendo amor, agradecimientos, compañía, Soy Todo un Dios y le pido a Mi creatura que se acuerde de Mí. Parece inverosímil ésta situación, pero es real, Mis pequeños. Un padre o una madre, gustan que sus hijos les platiquen, les compartan, los acompañen, que os tomen en cuenta.

¿O Soy acaso, un anciano, ya, para vosotros, que Me habéis dejado en un asilo, abandonado, como hacéis con vuestros congéneres? Ya os habéis quitado el corazón, ya no producís amor, ya no hay vida espiritual que valga en vosotros. La gran mayoría de vosotros estáis vacíos, ya no servís para dar fruto.

En la Parábola de la Higuera que no daba Frutos, ¿qué dice Mi Hijo?, que se cortara esa higuera, porque no daba frutos, pero intercedió por aquella higuera, que representa a cada hombre, a cada alma viviendo en el Mundo y en el Universo entero. Ha pasado mucho tiempo, se os han dado muchas oportunidades, he removido vuestras conciencias, he tratado de sacar lo bueno que tenéis dentro de vosotros, pero no brota, habéis cerrado vuestro corazón hacía Mí y hacia los hombres, hacia vuestros hermanos. En muchos corazones ya no hay amor, ya no hay nada que valga en vosotros. Y ¿qué dicen las Escrituras? Esa Higuera fue cortada y echada al fuego.

Así será para muchas almas, a las que se os dio la oportunidad de venir a la Tierra para producir fruto, fruto de salvación para las almas, fruto de salvación para vuestra propia alma, se os dio la oportunidad de agradarMe, de servirMe, de amarMe con todo vuestro corazón, de ser llamados verdaderos hijos Míos, porque Mi Hijo os enseñó a ser hijos Míos y no disteis la altura. No hay de dónde tomar de vosotros para tratar de salvaros. Busco, en lo profundo de vuestros corazones, algo, para ayudaros en vuestra salvación, sois Mis hijos, os amo, quiero vuestra salvación, pero no encuentro nada que sirva para salvaros. Seréis arrojados al fuego, no tenéis sentimientos buenos, no producís amor.

El Reino de los Cielos son para las almas que Me buscan, que quieren vivir Conmigo, que ciertamente, caen en pecado, que ciertamente, la maldad las toca también, pero cuando se dan cuenta que Me han dañado, que han dañado Mi Sacratísimo Corazón, acuden a un sacerdote, para que les perdone sus pecados y vuelvan a estar en paz y en bien Conmigo. Estas almas luchan por vivir en la Virtud, por vivir trabajando para Mí y para sus hermanos, estas almas, a pesar de sus errores, también tienen muchos logros y fácilmente, puedo tomar de ellas de las muchas situaciones en su vida, donde hicieron el bien, y de corazón, para salvarlas. Después de un tiempo de purificación en el Purgatorio, vendrán a Mí, porque son almas que lucharon, son almas que se esforzaron, y tendrán su premio eterno Conmigo.

Yo os conozco perfectamente, os amo a todos, porque todos vosotros salisteis de Mis Manos Creadoras, pero muchos de vosotros, muchos, desgraciadamente, no disteis el ancho, no fuisteis lo suficientemente virtuosos, amorosos, respetuosos Conmigo y, como Soy Justo, en Mi Justicia Divina, tengo que dar a cada quien lo que se ganó con su esfuerzo. Si no estuvisteis Conmigo durante vuestro tiempo en que misionasteis para producir amor, no podéis estar Conmigo, ganando un premio por el cual no luchasteis.

El tiempo apremia, vuestra purificación se acerca, los que estáis Conmigo, manteneos buscando el Bien, viviendo en el Bien y, los que no habéis querido estar Conmigo, tomad de los Méritos de Mi Hijo, arrepentíos, arrepentíos, porque os amo también, pero recordad Mi Justicia, los buenos tendrán su premio, los que no quisieron aprovechar el estar conmigo, tendrán un dolor eterno.

Gracias, Mis pequeños.