Mzo 21_19 Humillaos ante Nuestro Dios, reconoced vuestras faltas, pedid auxilio a Mi Hijo, vuestro Redentor y alcanzaréis Misericordia de Nuestro Dios.

Rosario vespertino-Mensaje ÚNICO.

==========================================

Mensaje de la Santísima Virgen a J. V.

==========================================

Primer Misterio. Habla la Santísima Virgen María.

Sobre: Mucho se os ha dado, y muy poco se ha recogido de vosotros, Me duele deciros esto, Mis pequeños, Me duele, porque Soy vuestra Madre y a una madre le duele, infinitamente, perder a un hijo y muchos, muchos de vosotros, estáis ya, en esa posición, la de perderos eternamente.

(Lenguas…) Hijitos Míos, Soy vuestra Madre, la Siempre Virgen María y Me reúno con vosotros, y Mi Corazón está gozoso por veros reunidos orando a Nuestro Dios.

Mis pequeños, veo todavía Luz en el Mundo, veo todavía almas que se acercan al Amor de Nuestro Dios, en Su Santísima Trinidad. Mi Corazón gozoso está, cuando veo que vosotros Nos llamáis, para que os acompañeMos en vuestra vida.

¡Hay tantas, tantas almas, que no se acercan ya a Nosotros, que ya no Me toman en cuenta como a su Madre espiritual! ¿No se dan cuenta que Yo puedo interceder por todos vosotros en vuestras necesidades?

Mis pequeños, sabéis que éstos son Mis tiempos, son tiempos de la Gran Lucha entre la Mujer y la serpiente y, por eso, satanás ha hecho su obra en muchos corazones, al hacerMe a un lado de vuestras oraciones, de vuestra vida espiritual.

Me ha atacado mucho, pero estoy aquí con vosotros y escucho vuestras oraciones, vuestras intercesiones. Siento vuestro amor por Nosotros y Yo llevo todo ese amor, y todos vuestros buenos deseos, a la Presencia de Mi Hijo, para que Él insista, ante Nuestro Padre Dios, por vuestro Bien.

Sí, Mis pequeños, suena feo decir que “insista”, pero todavía hay algo bueno que se puede rescatar de esta humanidad, y está, todavía, deteniendo Su Brazo, para que todos los golpes de la Naturaleza, que van a producir la Purificación humana, no se den de lleno.

Sigo insistiendo a Mi Hijo, para que haya Misericordia sobre vosotros, pero no, ya es tiempo de Justicia.

Mucho tiempo tuvisteis para arrepentiros y no quisisteis aprovechar, la gran mayoría de vosotros, toda esa Misericordia que se desbordó del Cielo, sobre vosotros. ¡Es tanto el Amor de Nuestro Dios, en Su Santísima Trinidad!, y vosotros no lo valoráis, porque no estáis sumergidos en la oración, en vuestra donación hacia Nosotros, para que en respuesta y en agradecimiento a ello, Mi Esposo, el Santo Espíritu de Amor, os devuelva todo, en Sabiduría, en Entendimiento y en Discernimiento en todo lo que os está pasando y pasará.

No os imagináis todo el cuidado que ha tenido Nuestro Dios y Señor, por cada uno de vosotros, para que pudierais regresar al Reino de los Cielos. Pero satanás, se ha introducido dentro de vuestros corazones, en vuestras mentes y no os deja pensar, no os deja realizar vuestra misión, como es debido. No vivís, ya, para vuestro Dios, vinisteis a ello, a servir a vuestro Dios y os habéis enfrascado en las cosas del Mundo.

Yo, vuestra Madre, la Siempre Virgen María, he cuidado de cada uno de vosotros, he visto por cada uno de vosotros, en lo individual y en familia; os he protegido fuertemente, contra las acechanzas de satanás.

Os cuidaba, con todo Cariño y Amor y os presentaba ante Mi Hijo, que sufrió por vosotros, que ganó la salvación de vuestras almas con Su Donación total, pero, vosotros, la gran mayoría de vosotros, no respondisteis. La maldad que lleváis en vuestro corazón, os está hundiendo, no os queréis dar cuenta de esta realidad que estáis llevando en vuestro corazón, no os dais cuenta que estáis en contra de vuestro Dios, que vuestra vida no se desarrolla en la Virtud ni en el Amor, estáis viviendo para vuestros propios intereses y la gran mayoría de estos intereses, son pecaminosos y os están separando de la Gracia de vuestro Dios, vuestro Creador, vuestro Salvador.

¡Cómo quisiera, Mis pequeños, ser una de esas madres de la Tierra, que al regaño, respondierais con humildad e hicierais un paro en vuestra vida y empezarais con un deseo grande de una mejora, tanto espiritual, como humana! Pero ya no tenéis Fe, ya no hay Fe en vosotros, ya no buscáis el soporte espiritual que vuestra alma necesita para volver a vuestro Dios. Aceptáis lo que satanás os da en vuestra vida, os habéis acostumbrado, ya, a su maldad, y no os dais cuenta, que eso, solamente os está llevando a vuestra condenación eterna.

Sigo orando por vosotros, Soy vuestra Madre, y seguiré orando por vosotros, hasta que seáis llamados ante la Presencia de Mi Hijo, para vuestro Juicio Particular. Una madre se da por completo por sus hijos, y Yo Soy más que una madre de la Tierra, Soy vuestra Madre del Cielo que insiste e insiste ante Nuestro Dios, en Su Santísima Trinidad, por la salvación de cada uno de vosotros.

Por vuestra falta de oración y de donación, no podéis ni imaginar, lo que es condenación eterna. Es más, satanás se ha encargado de que no tengáis, ya, Fe, en que existe un Dios que os va a juzgar al fin de vuestro tiempo, al fin de vuestra misión. Habéis sido engañados por años y años y por eso Yo he insistido a Mi Hijo que derramara Su Misericordia por cada uno de vosotros, para ver que tuvierais esa Luz, que os da el Espíritu Santo, para que os dierais cuenta de la realidad que esta humanidad está viviendo, que más que vida, es muerte.

Espiritualmente, desde el Cielo, os veMos como muertos en vida. Camináis, vivís, trabajáis, pero, ya, vuestra vida, vuestras acciones, no producen ningún bien, ni para vosotros mismos ni para la salvación de otras almas, que necesitan de la oración de sus semejantes. No veis ya, por vuestro hermano necesitado, no buscáis ayudar a vuestros hermanos que necesitan de un momento de conversación con vosotros, para elevarles su espíritu, para apoyarles en su desesperación, en su abandono; ya ni siquiera queréis pensar que algún hermano vuestro os necesite, porque no queréis perder vuestra comodidad.

¡Pecáis tanto de omisión! ¡Cuánto desamor veMos en el Mundo!, ya no vivís para producir Amor, ya no compartís de lo que tenéis con vuestros hermanos, porque ya no lleváis la alegría que da el Amor de Nuestro Dios y Señor, que no lo lleváis en vuestro interior. Satanás os ha llenado de preocupaciones, tenéis preocupaciones de tantas cosas, y eso os quita la Paz, y si no tenéis Paz, no podéis buscar los bienes espirituales que vienen del Cielo.

Cuánta maldad hay en vuestro (lenguas…), mucho mal tenéis en vuestro corazón y ya poco os acordáis, o, prácticamente, nada deseáis recordar de lo que hizo Mi Hijo por cada uno de vosotros. Os vino a traer la Sabiduría que se vive en el Cielo, os vino a traer el Amor que habita ahí, os vino a traer la Paz Divina, os dio todo Su Ser por vuestra salvación. No le pidió a un Ángel, no le pidió a un ser humano que tomara Su lugar para vuestra salvación y redención; el Pecado causado por satanás y realizado por vuestros Primeros Padres, fue demasiado grande, y nadie más que una Persona Divina, podía sacar adelante al ser humano, a la generación humana, afectada por ese Pecado del inicio de los Tiempos.

Ya no meditáis esos momentos bellos. Por un lado, Yo fui parte de la salvación humana, al traer en Mi Vientre, a Nuestro Dios y Salvador, Mi Hijo Jesucristo. Se fijó en Mí, para ser Portadora de éste Tesoro Divino. Ésta Humilde Servidora del Señor, Se dio por vosotros, os trajo el Cielo y, vosotros, no meditáis en estas realidades, realidades que a todos vosotros os han cuidado, os han protegido, os han tratado de llevar a la santidad, para que pudierais regresar, nuevamente, al Reino de los Cielos, de donde bajasteis a servir a Nuestro Dios.

Si al menos, cinco minutos diarios, pensarais y agradecierais a Nuestro Dios, en Su Santísima Trinidad, y a Mí, vuestra Madre, por toda la Bondad del Señor, por todas estas bondades, creceríais en santidad rápidamente, porque el Santo Espíritu, Mi Esposo, os empezaría a llenar de Sus Gracias, de Sus Dones, de Sus Bendiciones, para que fuerais entendiendo, en mayor profundidad, ésta realidad Divina, que es tan bella, tan grande, y que la necesitáis, Mis pequeños, para que, al reflexionar en estos regalos Divinos, pudierais, vosotros, en humildad, agradecer a Nuestro Dios, por vuestra vida, por vuestra salvación y por el futuro eterno en el Reino de los Cielos. Mucho se os ha dado y, prácticamente, nada se ha recogido de vosotros.

Momentos difíciles están anunciados, ya, alrededor del Mundo, de lo que padeceréis para vuestra purificación. Ciertamente, muchas almas se condenarán, porque no ha habido suficiente oración para salvarlas.

Sigo insistiendo, Mis pequeños, alrededor del Mundo, en Mis Apariciones, en las Locuciones, en Mis Milagros, para acercaros, nuevamente, a la Gracia, al arrepentimiento, y con ello, a vuestra salvación eterna.

Seguiré insistiendo ante Nuestro Dios, en Su Santísima Trinidad, por vosotros, pero, recordad, que tenéis el libre albedrío y si no lo utilizáis para vuestro propio bien, vosotros mismos os estaréis ganando vuestra condenación eterna.

Recordad, mucho se os ha dado, y muy poco se ha recogido de vosotros, Me duele deciros esto, Mis pequeños, Me duele, porque Soy vuestra Madre y a una madre le duele, infinitamente, perder a un hijo y muchos, muchos de vosotros, estáis ya, en esa posición la de perderos eternamente.

Acudid, pues, a Mi Esposo, el Santo Espíritu de Amor, para que os ilumine, para que os haga ver vuestra realidad espiritual, para que os guíe hacia la salvación eterna y poned de vuestra parte. Humillaos ante Nuestro Dios, reconoced vuestras faltas, pedid auxilio a Mi Hijo, vuestro Redentor y alcanzaréis Misericordia de Nuestro Dios.

Gracias, Mis pequeños.