Feb 01_05 Qué ingrato es el hombre, comete el error y luego Me lo imputáis a Mí. No es justo.

Rosario.

Mensajes de La Santísima Trinidad, Dios Padre y San José a J. V.

Temas:

  • Acudid a mí, que yo como servidor de nuestro Dios, soy también servidor vuestro.
  • Estáis en éste mundo material para reparar, para cuidar de los Míos, para levantar lo que se perdió por el pecado original.
  • Qué ingrato es el hombre, comete el error y luego Me lo imputáis a Mí. No es justo.
  • Primer Misterio, Habla San José,
    Sobre: Acudid a mí, que yo como servidor de nuestro Dios, soy también servidor vuestro.

    Pequeños míos, soy el Sr. San José, vengo a ayudaros a ganar ese Reino prometido, el Reino que Mi Hijo os vino a enseñar.

    Se me tiene como hombre casto, como hombre puro, como hombre virtuoso, ésa es Gracia Divina, son Bendiciones de nuestro Padre Dios.

    Ciertamente el hombre tiene que poner de su parte, las tentaciones en el mundo son tremendas, el mal quiere arrebatarle almas a nuestro Dios. La lucha es continua, y he ahí donde radica el valor del hombre, dejar pasar la tentación, no tomarla en cuenta.

    Cuando uno está en la Gracia Divina, cuando uno tiene puesta su mirada en nuestro Dios, lo demás es fácil de vencer. Por una Gracia de nuestro Dios, yo fui el cuidador de ésta Familia, la Siempre Virgen María, mi Esposa, mi Dios, mi Salvador, Jesús. Una bella tarea, una gran responsabilidad.

    Todos vosotros tenéis también una gran responsabilidad. Si tenéis familia, llevarla por los caminos del Bien, por los caminos de la Virtud, por los caminos del Amor. Pero tenéis otra familia, la familia Terrena, todos vuestros hermanos sobre la Tierra. Todos vosotros son familia  y debéis cuidarlos a todos ellos como cuidaríais a vuestra propia familia.

    El lobo continuamente está al acecho de su presa, vosotros ahora lo sentís cada vez más; cómo el demonio quiere destruir a toda la humanidad, quiere destruiros a todos vosotros y lo va logrando poco a poco, porque el hombre se va acomodando a esas insidias del mal, así como algunos hacen de su vida la Virtud, hay otros que hacen de su vida el pecado y ya lo toman como natural, como normal, porque se vuelve de todos.

    El maligno sabe cómo manejaros, especialmente si estáis separados de la Gracia, especialmente cuando os habéis separado de vuestro Dios.

    Tened cuidado, mis pequeños, porque estáis destruyendo nuestra familia, os vais yendo por caminos erráticos, pecaminosos, por eso vuestra fuerza debe radicar en el Amor de nuestro Dios, en Su Ejemplo, en Su Vida, en Sus Virtudes, Su Amor, que es Infinito.

    Yo conocí al Salvador desde Pequeñito, aprendí mucho de Él, me gocé en Él, y ahora estoy con vosotros para enseñaros todo lo que Él me dio. Amor, Paciencia, Comprensión, Sinceridad, Honestidad y la Pureza.

    Mis pequeños, cuánto os Ama nuestro Dios. Yo logré percibir desde Pequeñito ese Amor que emanaba de Él. Nuestro Dios entre nosotros, el Cielo estaba conmigo y yo aprendía mucho de Ellos, de mi Esposa, de mi Hijo.

    Mis pequeños, tenéis la oportunidad de obtener grandes Bendiciones de nuestro Dios, con el simple hecho de uniros a Nosotros. Entrad pues, en Nuestra Familia, para que seáis educados en el Amor, para que la Sabiduría Eterna se derrame en vosotros, para que viváis unidos en la Familia Celestial. Es un éxtasis continuo el que yo tenía y sigo teniendo. Vivir con el Salvador, con mi Dios hecho Hombre, llevadLo en vuestro corazón, invitadLo a vuestra vida, invitadLo a todas vuestras acciones. Sed compañeros, sed hermanos, sed amigos íntimos.

    De Él podéis obtener todo, todo para el crecimiento espiritual. No desperdiciéis vuestros días sobre la Tierra, porque de ellos dependen muchas almas para el Cielo. Aquí en el Cielo, ya no podréis hacer méritos, tanto para vuestro crecimiento, como para el de otros. Ahora es vuestro tiempo, sacadle el mayor provecho.

    Es oportunidad única que se os da, que se les da  a las almas que bajan a la Tierra, es por a una sola vez y con ello podréis obtener más Gloria, más vida espiritual, más cercanía con vuestro Dios. Aprovechad vuestro momento, no lo desperdiciéis en las cosas del mundo. Vivid para vuestro Dios, como yo vivía para Él.

    Cuidad de vuestro Dios en el corazón de los hombres y en vuestro corazón, como yo cuidaba de Él. Hacedlo Vivir en vuestro corazón y en el de vuestros hermanos con vuestro ejemplo.

    BendecidLe y adoradLe en todo momento, porque Él habita en vuestro corazón. Yo estoy con vosotros, os cuido, también os instruyo, acudid a mí, que yo como servidor de nuestro Dios, soy también servidor vuestro.
    Gracias, pequeños míos.

    Segundo Misterio, Habla La Santísima Trinidad,
    Sobre: Estáis en éste mundo material para reparar, para cuidar de los Míos, para levantar lo que se perdió por el pecado original.

    Hijitos Míos, la tentación, tiene dos puntos de vista. Por un lado os va a presentar la maldad del mundo, la concupiscencia, el pecado que os afecta a vosotros y que daña a vuestro Dios. Por otro lado, que es el lado que quiero que veáis, es el mostrar a dónde os lleva el mal, cómo vuestros hermanos han caído y cómo debéis orar, tanto por vuestros hermanos, como para vosotros mismos.

    Siempre debéis de ver los dos lados de la moneda, pero no deberéis caer en las tentaciones que os ponga el mal.

    Podréis ver todos los pecados con los que os acecha el demonio, hay tantas, tantas formas de haceros caer y no siempre va a ser maldad impura, clara, franca, lo que utilizará el demonio para separaros de Mí, puede llevaros por otros caminos, en que aparentemente no malos, pero os van a distraer de vuestras acciones, de vuestros pensamientos, que Me pertenecen.

    Podréis llenaros de cosas del mundo que no son malas, ciertamente, y esto os lo vuelvo a repetir, porque sois muy dados a ello, a vivir para el mundo. El hombre tiende tanto a lo material y descuida tanto de lo espiritual, que tengo que repetiros la lección.

    Estáis muy ensimismados en las cosas tangibles, en las posesiones, en la vanagloria, en vuestro “yo” que se os olvida que éste no es vuestro mundo, vuestro mundo es espiritual. Estáis en éste mundo material para reparar, para cuidar de los Míos, para levantar lo que se perdió por el pecado original.

    Ciertamente no os podéis deshumanizar. Vivís en el mundo para levantar lo afectado por el demonio, pero, vuestra misión, siendo espiritual, el resultado se hace patente en lo material. No podéis hacer buenas cosas si bueno no es vuestro corazón.  Por eso debéis cuidar primeramente vuestra alma, llenaos de Virtud, de pureza de intención, de deseo de agradarMe, siendo instrumentos files de Mi Voluntad. Y eso dará por consecuencia, buenos frutos en lo material.

    El hombre ve lo material y ahí la consecuencia será al revés, al ver vuestras acciones en lo material, todo eso hará cambiar su interior espiritual. Os servís de lo material, para producir un bien espiritual, no os olvidéis de ello, las cosas del mundo, son instrumentos para vosotros, no es vuestra finalidad.

    Con vuestra moneda, con vuestro dinero, igual podéis comprar bienestar, podréis comprar vida haciendo buenas acciones, compartiendo con vuestros hermanos, dando limosna.

    Con lo material así, podréis comprar Cielo, podréis comprar Gloria, pero también con ese mismo dinero podéis comprar pecado, podéis comprar muerte eterna, destrucción, maldad si lo utilizáis en forma negativa, en forma adversa a Mi Voluntad.

    Es vuestro libre albedrío el que hace que las cosas creadas aparezcan buenas ó malas a vuestros ojos. Todo fue creado bueno, vuestro libre albedrío, hace bueno ó malo lo que Yo Creé bueno y lo hace servible ó inservible a vuestra persona y a la de vuestros hermanos.

    Tened cuidado de ello, Mis pequeños, no debéis separaros de Mí en ningún momento, para que sea Yo, si Me lo permitís y Me lo pedís, El que decida qué hacer en vuestra vida, con vuestras cosas, con vuestras intenciones.

    DejadMe a Mí, como Padre, como Hermano, como Consejero vuestro, lo que Yo pueda hacer por vosotros y así toda vuestra vida irá por caminos de perfección, por caminos seguros, por caminos santos.

    DejadMe a Mí obrar en vuestra vida y no tropezaréis.

    Gracias, Mis pequeños.

    Tercer Misterio, Habla Dios Padre,
    Sobre: ¡Qué ingrato es el hombre, comete el error y luego Me lo imputáis a Mí! No es justo.

    Hijitos Míos, qué más quisiera de todos vosotros, que protegeros, que de hecho lo hago. Pero no os puedo forzar. Estáis bajo Mi Providencia Divina, continuamente velo por cada uno de vosotros y aunque no Me hagáis caso, Yo Estoy ahí, siempre velando por cada uno de vosotros en vuestras necesidades espirituales y materiales.

    Pero, qué pasa cuando al amigo no le hacéis caso, cuando lo rechazáis, cuando lo despreciáis, cuando no queréis saber de él, llega un momento en que su corazón adolorido, hace que se separe del ser querido.

    Así estoy Yo ante muchos de vosotros, el Amigo, el Hermano, el Padre, que quiso estar con el ser querido, es despreciado, humillado, apartado de su vida, así estoy para muchos de vosotros.

    Y qué pasa luego con esa alma, así abandonada, pero abandonada porque así lo quiso el alma, no porque Yo lo quiera, que Soy todo Amor, todo cuidado para las criaturitas. Todos vosotros que estáis en la Tierra para servirMe, para transmitirMe, para transformar a éste mundo, al no estar Conmigo, estáis bajo vuestras propias fuerzas y vuestras propias capacidades.

    ¿Qué puede hacer un niño pequeño en una selva, en un lugar inhóspito, peligroso, contra las fieras, contra los accidentes del suelo y del camino? Necesariamente se accidentará, aún conociendo el camino, los peligros están ahí y si no tiene uno protección de alguien fuerte, que conozca cómo evitar esos ataques, puede hasta perder la vida. 

    Así estáis muchos de vosotros, creyendo que vuestra inteligencia y sabiduría limitadas, vuestras capacidades humanas, pueden prescindir de Mí y pronto veis la realidad de vuestra vida, al caminar sin vuestro Dios.

    Caéis y caéis y volvéis a caer. Es continuo el mal sobre vosotros. Y luego os presentáis ante Mí, Me echáis la culpa de vuestra vida, de vuestros problemas, de vuestras caídas, cuando fuisteis vosotros, los que despreciasteis Mi Presencia en vuestra vida.

    ¡Qué ingrato es el hombre! comete el error y luego Me lo imputáis a Mí! No es justo, Mis pequeños, no es justo, cuando Yo Me doy en totalidad por cada uno de vosotros, pero vosotros no lo queréis así.

    Os sentís grandes y vuestra soberbia os hace creeros tan grandes que ¿por qué acudir a un Dios al que no ven? ¿A un Dios al que solamente los débiles deben acudir? ¿A un Ser desconocido que no está en su mundo, que no les va a dar esa libertad en el mundo?

    ¿Ahora veis vuestra ingratitud, veis vuestro error?
    Tengo que educaros, Mis pequeños, para que veáis vuestra realidad en el mundo, vuestra vida en el mundo, no se desenvuelve solamente en el ámbito de lo material, sino principalmente en lo espiritual.

    ¿Acaso creéis que los que están haciendo mal en el mundo, es porque traen interiormente esa maldad? No, Mis pequeños, se apartaron de Mí, los convenció el mal, los convenció satanás de volverse instrumentos contra todo lo que es Mío.

    Mi Fuerza, Mi Poder, Mi Amor fue despreciado por esas almas y los tomó una fuerza inferior, malvada, aniquiladora y se volvieron instrumentos de destrucción.

    Os he dicho que solamente hay dos fuerzas en el Universo entero, Mi Fuerza Omnipotente, Tremenda, Única, que todo lo puede y todo lo da. Y las fuerzas infernales poderosas contra vosotros, muy inferiores para Mí, pero que continuamente os están atacando y os están concediendo vuestros dulces, dulces mundanos que halagan vuestro paladar, pero que están destruyendo vuestro interior y el de vuestros hermanos.

    Estáis ciegos a Mi Gracia y a Mi Poder por soberbios.

    Ciertamente pido mucho. Pido vida en Virtud, pido trabajo, porque para ello vinisteis, pero así como pido mucho de vosotros, no solamente os daré mucho, sino al ciento por uno.

    El mal os provee de lo que queréis en esos momentos, se muestra dadivoso, se muestra amable, os convence, con tal de que hagáis su obra, os llena de vanagloria, pero ¿Para qué, Mis pequeños, para qué, si al final perderéis todo?

    Vivís en el error y no queréis admitirlo y ese error os llevará a una muerte eterna. Entended esto, Mis pequeños, antes de que sea demasiado tarde.

    Llevad éste Conocimiento a vuestros hermanos, especialmente a los que se han desviado.
    El triunfo no se logra sentados ó acostados, en el descanso, se logra en el campo de batalla y en la lucha.

    Habrá heridas, habrá dolor, pero al final Yo iré a consolaros, a aliviaros y a daros el triunfo eterno.
    Gracias, Mis pequeños.