Jun 22_01 La donación que debéis de tener cada uno de vosotros para con los demás.

Mensaje. Fiesta del Sagrado Corazón de Jesús

 

Mensaje de Nuestro Señor Jesucristo a J.V.

 

Habla Nuestro Señor Jesucristo,
Hijitos Míos, hoy os quiero hablar sobre la donación que debéis de tener cada uno de vosotros para con los demás.

No es lo mismo dar que darse, aunque lo que se dé ya lleva implícito un esfuerzo realizado para haber conseguido ése bien y también lleva el mérito de estar donando lo que es vuestro, desprendiéndose de un bien para ayudar a un hermano necesitado. Claro que tiene mérito el dar, éso es muy bueno pero es más bueno cuando personalmente lo dais y con ello aumentáis de mérito el valor de la obra, porque dais con el calor de vuestro corazón la cosa que deseáis compartir.

Yo pude haber enviado a Mis Ángeles a daros ejemplo y amor. Los pude haber mandado a repartir Mis Bienes Espirituales a toda la Tierra, mientras Yo los vería desde el Cielo descansadamente, pero no lo quise así.

Yo, vuestro Dios Encarnado, vine personalmente a traeros los Bienes de
Mi Padre.

Es muy fácil ordenarle a alguien a hacer algo, porque, “cuando se es grande o se es importante”, la falta de humildad impide el hacer las obras de caridad ó aún las obras obligadas, que como padres ó madres debéis hacer. Delegáis vuestra responsabilidad a terceros, quienes no deben hacer lo que cada alma debe llevar a cabo para cumplir con su misión.

Yo Me dí en totalidad, de día y de noche, por cada uno de vosotros. Enseñé a los que Me seguían, pero no con la finalidad de que Me hicieran el trabajo menos pesado, al contrario, los trabajos que requerían más esfuerzo los hacía Yo, sin vacilar y sin quejarMe de ello.

Cuando de obra no trabajaba, lo hacía a través de la oración. Los tiempos libres que tenía durante el día y muchas noches, Me los pasaba orando, intercediendo, levantando almas a la Gracia. Todo el tiempo que pasé sobre la Tierra fue tiempo de salvación, fue tiempo de donación, fue tiempo para que cada uno de vosotros pudiera adquirir fuerza para poder llevar a cabo vuestra misión y para que pudiérais vencer, con Mi Gracia, los ataques tan fuertes que reciben las almas sobre la Tierra.

Esa fuerza es obtenida a través de Mi Ejemplo de vida, a través de Mis  Méritos, a través de Mi Muerte y Resurrección.

En el Mensaje anterior os mencioné que el ejemplo mueve fuertemente a las demás almas que os rodean. Yo, por ello, os dí el ejemplo con Mi Persona. Os enseñé a amar a las almas malas, al asesino, al pecador, al impuro.

Os enseñé a predicar ante buenos y malos, ante almas receptivas y ante almas que sólo esperaban el momento de que Me equivocara ó les diera una forma de pensar diferente a la doctrina distorsionada que ellos predicaban, para poderMe atacar más. Os enseñé a ir a buscar a las ovejas perdidas que no pertenecían al pueblo escogido y a reafirmar la Palabra en el corazón de los escogidos.

Os enseñé a morir a sí mismos al trabajar duramente por los demás, sacrificando momentos para descansar ó para alimentarse.

Mi única meta era la de hacer la Voluntad de Mi Padre. La donación de uno mismo exige, como os dije, el olvidarse, por el amor y el sacrificio, de su propia persona.

Una buena madre y un buen padre empiezan su misión desde el matrimonio.

Si hay verdadero amor se dan por su cónyuge y al venir los hijos, sus minutos son casi todos para ellos. Ya no habrá día ó noche de descanso total, ya que se preocuparán por su bienestar, tanto corporal como espiritual.

Los buenos padres crían buenos hijos, porque los hijos ven el ejemplo y sienten todo el tiempo la compañía, el apoyo, porque se dan por ellos.

Ya os he dicho que nadie puede exigir lo que no dá. Vuestros padres os pueden exigir valores, si ellos mismos os los dieron personalmente. Por ello mismo Yo os puedo exigir amor, donación, virtud, perdón y aún muerte por vuestros hermanos, porque Yo mismo lo viví para todos vosotros. Pero así como exijo, también premio, porque si por Mi Vida y Mi Muerte abrí las Puertas del Cielo, aquél que Me siga, basado en Mi ejemplo de Vida, también tiene derecho a su premio eterno.

Para que Mi Padre se acuerde de vosotros, deberéis olvidaros de vosotros mismos, en el servicio del Amor hacia los demás.      

Yo os bendigo en Nombre de Mi Padre, en Mi Nombre y en el del Amor de Mi Santo Espíritu.