Nov 05_02 El que pierda su vida por Mí la salvará y el que quiera salvar su vida la perderá.

Mensaje.

 

Mensaje de Nuestro Señor Jesucristo a J.V.


    
Hijitos Míos, Mis pequeños, vosotros todos, elegidos por Mi Padre para venir a la Tierra a servirLe, os quiero explicar una frase que os di durante Mi Predicación en la Tierra: “El que pierda su vida por Mí la salvará y el que quiera salvar su vida la perderá.”

A primera vista parecería que ésta frase os indica que hay que ser mártires para poder ganar el Reino de los Cielos ó que haya que sufrir mucho para lograrlo, pero no es así, Mis pequeños.

Yo Soy el Sencillo, Yo os viene a dar una doctrina de Amor, sencilla en su seguimiento, capaz de ser tomada por cualquiera y de cualquier edad para que pudieran cumplir con ésta frase y así ha sido.  Tenéis almas santas, canonizados por Mi Iglesia, de todas las edades y de ambos sexos, enseñándoos con esto que no hay preferencias ni excepciones para alcanzar el Premio  Eterno.

Todos vosotros pertenecéis al Cuerpo Místico de la Santísima Trinidad y a todos niveles hay que darLe vida. Así pues, no hay miembro que necesite más vida que el otro, todos los miembros y órganos de un cuerpo necesitan de UNA SOLA VIDA, se nutren de una sola vida, la Nuestra.

Mi Vida consistió en hacer la Voluntad de Mi Padre y así debe ser la vuestra.  Mi Misión fue la de traeros el Conocimiento de la Voluntad y Amor de Mi Padre y, aunque Mi Vida Pública fue de 3 años, Mis otros 30 años también fueron de entrega total y es en ellos en los que debéis tomar ejemplo, para cumplir con vuestra misión, la mayoría de vosotros, porque también así estaréis muriendo para vuestro Dios.

Os explico, Mis pequeños, cuando realizáis lo que es vuestra obligación hacer, en vuestra vida diaria, ya sea trabajo en familia, trabajo en el hogar, trabajo en la escuela, todo lo que hacéis de bueno para cumplir con vuestras diarias obligaciones, tal y como Yo lo hacía, estaréis así muriendo en vuestro Dios, porque estaréis aceptando y llevando a cabo lo que vuestra voluntad libre escogió.

Por ejemplo, si sois padres ó  madres de familia, lo cuál aceptasteis libremente y estáis luchando por sacar a vuestra familia adelante, estáis muriendo diariamente en trabajar, en el cansancio que esto os da, en el donaros por los vuestros, en enseñarles  a través de el ejemplo y de la palabra la vida en Mi Amor, etc.  o sea que, en vez de hacer alguna otra cosa que quisierais hacer ó el querer sacaros de vuestras obligaciones, permanecéis en ellas.

Así, cuando hacéis lo que debéis hacer, unidos en Mí, en ésa vida familiar, en ésa vida callada, en ésa misma vida íntima que Yo tuve en Mis primeros 30 años,  también estáis sirviendo a Nuestro Padre con vuestros sacrificios y con vuestras diarias alegrías.  Sí, el actuar así también os va  a dar recompensas terrenas, en vuestra familia y con la sociedad que os rodea, ya que si estáis muriendo para vuestro Dios, quiere decir que os vais a apartar de todo aquello que es malo, tanto para vosotros, como para vuestros hijos, lo que, automáticamente, repercute en la sociedad.

Sí, al morir para vuestro Dios, vuestro martirio es de todos los días, no es tan cruento como el del mártir, que es asesinado por seguirMe, pero a veces sí sois criticados por vivir bajo Mis Enseñanzas.

El morir para vuestro Dios os va a proteger del morir para el mal. Os protege y os da fuerzas para evitar los vicios, las drogas, las relaciones impuras que evitan el que realicéis vuestras obligaciones de estado.

El morir para vuestro Dios, realizando en la forma más perfecta posible la vida del hogar, os va a ir envejeciendo, dejándoos “feos ó feas” exteriormente, pero dándoos una belleza espiritual tal que os acompañará eternamente en Nuestro Reino.

Mis pequeños, todos habéis sido llamados a regresar al Reino de los Cielos y os expliqué esto para que os dierais cuenta que vuestro “pase de entrada” está al alcance de vosotros, que no es necesario hacer cosas extraordinarias para que vuestra entrada sea segura. Vuestra diaria tarea, realizada lo mejor posible y con Mi Amor, os va a asegurar vuestra alegría eterna.

Yo os bendigo en Nombre de Mi Padre Dios, en Mi Santo Nombre, Jesucristo y en el Nombre de Mi Santo Espíritu de Amor.