Oct 22_02 Os quiero hablar sobre la sequedad espiritual.

Mensaje.

 

 

Mensaje de Dios Padre a J.V.

    
Hijitos Míos, os quiero hablar sobre la sequedad espiritual.  Alguna vez habréis oído de algún hermano vuestro que diga: voy a la Iglesia sólo cuando siento que los necesito ó comulgo cuando quiero, para sentir bonito, ó para qué voy a la Iglesia, yo me comunico directamente con Dios, etc.  Si al amor no se le alimenta, no puede crecer.  Si al amor no se le busca, no se le puede encontrar.  Si al amor no se le creé, se vive en duda y en pesar.

Si, Mis pequeños, si no se le alimenta al amor éste no crece y no le permite crecer a la persona en todos sentidos.

A los novios se les ve felices, se les ve satisfechos, se les nota el alma feliz, porque, en éste estado del ser humano, se derrama el amor íntimo en forma tal, al grado de que es tanta la felicidad y es tanta la diferencia del estado normal del hombre, que se les dice que están locos de amor.

Yo quisiera que todos vosotros estuvierais siempre ¡locos de amor!. Solamente viviendo en la locura del amor se pueden hacer grandes cosas.  La historia de la humanidad está llena de ejemplos de “locuras de amor”, tanto buenas como malas, pero esto os lo hago notar para haceros ver que la fuerza del amor es tal que ha dejado huellas  imborrables a lo largo de la historia y de la vida de muchas almas.

La gran locura del Amor Puro os la dio MI Hijo, son su Nacimiento, con Su Vida de Predicación y Ejemplo y con Su Muerte Redentora.  Sí, fue la locura de Amor de vuestro Dios.

Cuando al amor se le está continuamente alimentando, éste no se puede debilitar, ya sea el amor que se Me da como el que dais a vuestros hermanos. La sequedad viene cuando vuestra búsqueda por el amor ya no es continuada, ya os dais pausas y os distraéis en otras cosas.

Creéis y sentís que os merecéis mucho porque dais algo bueno de vez en cuando, luego exigís lo que no dais y además no compartís de lo que tenéis.

El egoísmo, tanto el espiritual como el material, son la principal causa de la sequedad.

Solo Yo, vuestro Dios, por ser Perfecto, puedo dar y dar sin cesar, esperando recibir más tarde; vuestro egoísmo no Me produce ningún mal porque estoy pleno en Mi Mismo, pero vuestros hermanos sí salen afectados por vuestro egoísmo porque todos os necesitáis mutuamente y de ahí se deriva la regla que os dio Mi Hijo, “mientras más deis, más recibiréis”.   En vuestra lógica humana  éste  consejo no es aceptable, pero en Mi lógica divina funciona así: cuando dais ó cuando compartís, necesariamente debéis abrir vuestro corazón y al abrirlo Mi Gracia y Mis Bendiciones pueden entrar, por eso os llenáis de Mí y de Mis regalos, no así en los corazones que no dan ni se dan.   Ellos permanecen cerrados todo el tiempo, creen que lo que poseen es lo más valioso y que deben mantener su tesorito lo más escondido posible para que no se les termine y así pasan toda una vida, guardando su pequeño tesoro, el cuál no crece en lo absoluto ni sirvió para alguien más, porque no tuvieron la suficiente caridad para compartirlo.

En el dar está el recibir, frase sabia y santa que si la vivierais en su máxima expresión podrías vivir en su máximo Mi Amor.

Qué triste es ver a los matrimonios, a aquellos mismos cónyuges, que durante su noviazgo no se separaban uno del otro, que se procuraban todo el uno al otro, que velaban el uno por el otro y que al paso del tiempo parecen desconocidos ó hasta enemigos feroces.  ¿Dónde quedaron el amor y las promesas del noviazgo? ¿Dónde quedaron ésos cuchicheos amorosos y profundos de amor y de palabras bonitas dichas al oído para que llegaran al corazón?

Lo mismo digo para lo Mío, ¿Dónde quedó ése amor infantil, pero puro y sincero? ¿En dónde quedó ésa devoción hacia Mi, hacia Mi Madre, hacia los santos, hacia los ángeles, que prodigabais en vuestra infancia y adolescencia?

¿En dónde quedaron las promesas hechas de manteneros bajo Mis Leyes y Preceptos?

Crecéis y creéis que ésa fue una etapa que se tenía que pasar y olvidar y creéis, que cuando crecéis, los valores del mundo deben regir sobre los valores  “de antes”, porque pueden debilitare vuestras decisiones serias de los negocios mundanos.

Vuestro error os va llevando poco a poco a ésa sequedad espiritual la cuál va haciendo que vayáis perdiendo todo lo bueno y bonito que Yo le puedo dar a un ser humano, prefiriendo el “amor” de los negocios, del dinero, de las cosas ó aún, de otras personas que rompen el amor al cónyuge, el amor a los hijos, el amor fraterno, el amor a los amigos y, el más grave de todos, ¡perdéis el deseo de amarMe a Mí, vuestro Dios!

Al enfrascaros en la vida del mundo y al apartar de vuestro corazón Mi Amor, que es el que gobierna todo en vuestra vida y todo lo creado, termináis vacíos, con mal carácter, con malas compañías, con malos resultados en todo lo que hacéis.

Estáis fuertemente equivocados al creer que si Me llegarais a amar con locura y que si Me incluyerais en todo lo que hicierais, debilitaríais vuestra forma de ser y la toma de vuestras decisiones “importantes”.

Mi Amor os da estabilidad en todos sentidos y también de ello la historia os puede dar muchos ejemplos.

Mis pequeños, si queréis ser grandes en el Mundo y grandes en el Reino de los Cielos, lo único que os puede ayudar a ello es Mi Amor.  Buscadlo como al tesoro más valioso que exista.  Guardadlo en lo más profundo de vuestro ser, para protegerlo como a la joya más delicada y compartidlo con todos vuestros hermanos para que, por las bendiciones que obtengáis al hacerlo, éste se acreciente.

Mi Hijo os dio ése gran ejemplo de Amor, Mi Hija María también lo vivió en grado sumo y grandes  santos lo han percibido y lo han hecho suyo, dando por resultado una vida de claro ejemplo de Mi Amor en ellos, ganando la santidad porque luego lo compartieron con sus hermanos.

Mis pequeños, el amor, Mi Amor lo es todo, sin él la sequedad espiritual no se hace esperar.  Tenéis ahora el gran secreto para ser felices y para hacer felices a todos aquellos que os rodean.  Llenaos de Mi Amor y compartidlo para que Yo también, como premio, os comparta Mi Reino de Amor por los siglos de los siglos.

Yo os bendigo en Mi Santo Nombre, en el de Mi Hijo, el Amor Encarnado y en el Nombre del Amor de Mi Santo Espíritu.