Jun 23_05 Todo aquél que diga Señor, Señor, no ciertamente se salvará.

Rosario.

 

Temas:

  • Todo aquel que diga “Señor, Señor” no ciertamente se salvará cuando no haya llevado una vida que respalde a las obras que esté haciendo.
  • En breve se os quitará el velo sin el cuál podréis ver vuestra alma, en el estado en el que se encuentra, podréis ver vuestros actos pasados, podréis ver el amor que faltó en vuestros actos, podréis ver lo que dejasteis de hacer.

 

Mensaje de Dios Padre y de Nuestro Señor Jesucristo a J. V.

 

Primer Misterio. Habla Nuestro Señor Jesucristo.
Sobre: Todo aquel que diga “Señor, Señor” no ciertamente se salvará cuando no haya llevado una vida que respalde a las obras que esté haciendo.
Hijitos Míos, en la lectura que tuvieron hoy en la Santa Misa, escucharon que no todo aquel que diga “Señor, Señor, se salvará”. Quiero ampliar ésta idea, Mis pequeños, porque estáis cayendo en ése error actualmente.

Muchas almas, como os he dicho, llevan una espiritualidad muy mediocre, dan el mínimo necesario cuando realmente vinisteis a servirMe en tiempo completo a la Tierra. Muchos, ciertamente, pueden expulsar demonios, pueden hacer milagros a los ojos de los hombres, pero Mis pequeños, estáis vacíos de ésa espiritualidad. Todas las veces que os he dicho: “dejadMe a Mí, vivir en vosotros”, es dejarMe actuar plenamente en vosotros y como actuaba Yo entre los hombres.

Mi Vida era oración, Mi Vida era contemplación, Mi Vida era acción, Mi Vida era Amor, Mi Vida era la Presencia de Mi Padre en Mí. No podía Yo hacer un Milagro y luego dar un mal ejemplo. Yo estaba respaldado por el Poder del Amor de Mi Padre, pero sobre todo por las enseñanzas que Él Me pidió que viniera a daros. Por eso todo aquel que diga “Señor, Señor” no ciertamente se salvará cuando no haya llevado una vida que respalde a las obras que esté haciendo.

También el mal tiene sus ejemplos, están haciendo cosas grandiosas los instrumentos de Nuestro enemigo. Se busca el poder, se busca el sobresalir, se busca tener a sus hermanos como esclavos, se busca ser “alguien” en la vida, pero para aprovecharse de los demás, no hay Caridad entre los hombres.

Mis pequeños, también el demonio tiene grandes poderes, puede hacer grandes cosas ante los ojos de los hombres. Sois tan pequeños, sois tan débiles que cualquier cosa que se salga de lo normal, de lo natural, os va a asombrar y si no tenéis un fundamento grande en las enseñanzas que Yo os di, os podéis desviar fácilmente.

No deberéis ver solamente los grandes milagros, los grandes portentos, que hagan ciertas personas, hermanos vuestros, sino ved realmente cómo vive ésa persona, ¿está viviendo de acuerdo a los Evangelios ó está actuando en la soberbia para que sobresalga sobre todos vosotros? Realmente lo que vale en el hombre es la acción, la acción de Mis Palabras, de Mis enseñanzas en su vida diaria: Qué hace por sus hermanos, cómo actúa para sus hermanos, cómo derrama amor sobre sus hermanos, cómo salva almas, cómo da crecimiento espiritual, o sea, Mis pequeños, vivir las virtudes, vivir el Amor y servir a sus hermanos en humildad con los Carismas del Espíritu Santo.

Yo les pedía a Mis Apóstoles y a Mis discípulos “id y predicad”, que esto también sea lo más importante en vuestra vida, ir y predicar a vuestros hermanos, eso es lo que dará alimento al alma, no el Milagro, no el Carisma, no los portentos, no las cosas grandes con las que podáis asombrar a vuestros hermanos.
Es la enseñanza, es el Alimento diario, es el llevarlos a actuar, a vivir según Mis Palabras, según Mis actos y alimentarse con Mi Cuerpo, con Mi Sangre, vivir los Sacramentos, vivir unidos a Mí, lo que dará al alma la santidad. El Carisma, el expulsar demonios, el hacer portentos, no le dará santidad al alma, es más, puede llevarla a la soberbia.

Tened cuidado, Mis pequeños, con aquellos que busquen solamente asombrar a sus hermanos con los Carismas. Buscad la Evangelización, buscad el Alimento Divino y llevadlos a ello, Mis pequeños.
Gracias, os Amo, Mis pequeños, os Amo.

Segundo Misterio. Habla Dios Padre.
Sobre: En breve se os quitará el velo sin el cuál podréis ver vuestra alma, en el estado en el que se encuentra, podréis ver vuestros actos pasados, podréis ver el amor que faltó en vuestros actos, podréis ver lo que dejasteis de hacer.
Pequeños Míos, en breve se os quitará el velo sin el cuál podréis ver vuestra alma, en el estado en el que se encuentra, podréis ver vuestros actos pasados, podréis ver el amor que faltó en vuestros actos, podréis ver lo que dejasteis de hacer.

Mis pequeños, vuestra vida se os dio para que dierais vida a vuestros hermanos. Vuestra posición en la Tierra es dar, dar cosas buenas, dar cosas santas, actuar para el Cielo, vivir para el Cielo, orar por vuestros hermanos, en una palabra, es donación total de vuestro ser, para vuestros hermanos, en la reconstrucción del Reino.

Mis pequeños, Yo permito esto en vuestra vida por un acto grande de Misericordia, por un acto grande de Mi Amor. El mundo está tan envuelto ya en tinieblas, en error, en maldad que muchos, muchos de vuestros hermanos han crecido sin ninguna vida espiritual, sin enseñanzas de parte de sus padres. Ésta es la generación actual que no está dando fruto, que se está dejando llevar por las mentiras del mal.

Es un mal mundial, Mis pequeños, por eso, salir de ésta falsedad, que el demonio ha puesto ante los hombres, es algo difícil ya para vosotros mismos, porque aún los mismos consagrados no quieren evangelizar y los que quieren no se dan a basto. Vosotros, los laicos, los que estáis Conmigo,  a muchos os gustaría evangelizar pero no podéis y los que pueden tampoco se dan abasto. Muchos, muchos otros viven en ésa mediocridad, querer recibir, pero no dar, en ésa comodidad de no querer trabajar para Mí, vuestro Dios.

En pocas palabras, en resumen, estáis viviendo en un caos espiritual y eso lo sabéis, Mis pequeños y solamente la ayuda que venga de lo alto os podrá salvar.

El error se ha diseminado por todos lados, ésta generación actual ya no sabe lo que es bueno y lo que es malo, simplemente se deja llevar por los instintos, y la concupiscencia del hombre los lleva a ése instinto malo, al instinto de la carne, por eso veis ahora tanta maldad, tanta corrupción, tanto sexo -pero mal llevado, Mis pequeños-, porque él en sí es bello, Yo os lo regalé para la procreación, pero el demonio os lleva nada más al puro goce superfluo y si llegan a procrear lo hacen fuera del matrimonio ó sin responsabilidad.

La juventud, es manipulada por la falsedad de los hombres adultos, llevan a la juventud hacia los vicios por negocio, por destrucción de valores, por aniquilamiento al mismo hombre.

Muchos de vosotros no os dais cuenta de tanta inmundicia que hay ó no os ponéis a recapacitar realmente en esto que tanto afecta a Mi Corazón. Vivís en las cosas superfluas y no os dais cuenta de que el mundo realmente necesita de almas de oración, de almas en donación, sacrificios, ayunos, penitencias, mucha oración y vida en acción para restaurar toda ésta maldad.

Quiero que sintáis el dolor de Mi Corazón al deciros esto, Yo que solamente quise poner el bien en vuestra vida, que dierais bien, que vivierais según las Bondades de Mi Corazón y es ahora todo lo contrario, se está destruyendo el mundo, se están destruyendo las almas y no queréis luchar por mantener la perfección que Yo puse en Mi Obra en la creación, tanto en vosotros como en todo lo que os rodea.

Mis pequeños, ¡despertad ya, despertad!, ¡necesito de vosotros!, necesito de vuestra oración, necesito de vuestra vida para restaurar lo que se está perdiendo y lo que ya se perdió, Yo puedo restaurar todo, pero necesito de vosotros, necesito que os deis cuenta, para que realmente se mueva vuestro corazón, al amor, que se mueva vuestro corazón en compasión por vuestros hermanos, que se mueva vuestro corazón a desear ésta restauración de todo lo que Yo creé. Necesito de vosotros, porque sois Mis hijos y es vuestra familia, es vuestra casa lo que se ha destruido, restauradla junto Conmigo, Mis pequeños, Soy vuestro Padre y necesito que estéis unidos a Mí para restaurar todo lo que se ha perdido.
Gracias, Mis pequeños.