Jul 12_2022 Os bendigo, Mis pequeños, y que Mi Santo Espíritu habite plenamente en vosotros.

Rosario – Mensaje ÚNICO

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Mensaje de Nuestro Señor Jesucristo a J. V.

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Habla Nuestro Señor Jesucristo.

Hijitos Míos, ciertamente, conocéis, y os he hablado de ello, que en Mi Vida Pública, lo que Yo más sufría, eran los ataques de los escribas, de los fariseos, de aquellos que se habían dejado tomar por satanás para atacar Mi Misión aquí en la Tierra. Ciertamente, tuve muchos ataques, molestias de parte de ellos, dolores, persecuciones, pero, también, tuve muchas alegrías, y la alegría principal, fue la de servir a Mi Padre, ayudándoos a vosotros.

Él Me dio una Misión, una Misión que obedecí de todo Corazón, sabiendo que con ella, os iba a dejar, primeramente, la Evangelización, para que aprendiera esta humanidad, en qué debía basarse para (Lenguas…), en qué debía basarse para llegar al Reino de los Cielos.

Cómo quisiera que os pusierais, por un momento, en el lugar en el que estaba el pueblo y Yo a su lado. Poneos como uno de ellos, tratad de entender su posición y la Mía, un pueblo de cerviz dura, un pueblo testarudo, un pueblo al que no se le dejaba aprender, ni siquiera a leer y escribir, para que no pudieran objetar lo que los escribas y fariseos les decían para dominarlos, haciéndoles creer que las Escrituras decían tal o cual cosa, cuando realmente, se estaban aprovechando del pueblo. Un pueblo al cual lo dominaban con el miedo, no podían hacer tal o cual cosa en días determinados, porque si no, serían castigados, llevando su dinero a las arcas del templo, donde, mañosamente, esos escribas y fariseos, que, supuestamente, debían ser los buenos, los guías del pueblo, eran todo lo contrario, se aprovechaban de ellos.

Cuando llego Yo, pongo en evidencia todo ello, empiezo a reeducar al pueblo, empiezan a darse cuenta de cómo los manipulaban, pero, de todas maneras, seguían teniendo miedo hacia ellos, hacia las autoridades.

Pero, como os decía, durante Mi Evangelización, también tenía momentos bellos, que tenéis en las Sagradas Escrituras. Tenéis el ejemplo cuando Yo les decía: “dejad que los niños se acerquen a Mí, porque de ellos es el Reino de los Cielos” ahí Yo estoy viendo a los niños, la inocencia, se acercaban a Mí, porque el niño inocente percibe el Amor y percibían Mi Amor, Me seguían, y eso es lo que Yo quisiera que vosotros percibierais también, y Me siguierais. Por eso os he pedido tantas veces, el ser como niños. El ser médico de cuerpos y almas, otra alegría que también Yo tenía al ir a curar a gente del pueblo, devolviéndoles la salud del cuerpo y la salud del alma. Cuando ellos, en un momento dado, Yo les hacía  conocer que leía sus pensamientos, sus pecados y se los perdonaba, se sentían aliviados, a veces, de tener esos remordimientos de años y años. Cuando Yo les daba la alegría, que al seguirMe los alimentaba Yo con la Palabra, luego los alimentaba con el pan y los peces, era una alegría grande, porque Yo le demostraba a ese pueblo, que Mi Padre Existe, que Mi Padre es Quien Me mandaba a esa misión, de darles Alimento de cuerpo y alma. Y así, Yo los iba reeducando, y ya no solamente eran las Palabras que se les leía los sábados en la sinagoga, Palabras que, quizá, no les quedaban muy claras, pero que con Mi Presencia, enseñándoselas, podían ver al Mesías, podían ver a Dios en Mí, los que realmente, estaban abiertos a la conversión y gozaban Mi Presencia, gozaban Mis Milagros, gozaban el seguirMe, porque Yo les daba un Alimento, un Alimento espiritual, que no les daban los escribas y fariseos en el templo, porque no tenían Amor en la enseñanza, y en Mí veían ese Amor de enseñarles para levantarlos de tantas injusticias que  había sobre ellos de parte de los judíos y fariseos, de los escribas, que se aprovechaban de las Sagradas Escrituras y enseñándoselas a conveniencia, para seguir enriqueciéndose.

Todos esos momentos bellos, de alegrías, de Milagros, del amor que Me demostraba mucha gente, también Me hacían seguir adelante, además de la Obediencia que, obviamente, tenía hacia Mi Padre, de servirles.

El Apostolado no es solamente dolor, es principalmente, alegría. El ser bautizado, el ser discípulo Mío de alguna forma, el ser sacerdote, el ser laico comprometido, eso os lleva a darle a vuestros hermanos alegrías en múltiples formas; porque cuando vosotros actuáis en ese Apostolado, tiene que ser un Apostolado de Amor, en donde dejaréis Mi Vida, Mis Palabras, Mi Espíritu en ellos. Vosotros debéis desaparecer para vosotros mismos, debéis dejaros poseer por Mi Santo Espíritu, para que lo que deis a vuestros hermanos, sea Mi Amor en pleno, Mis Enseñanzas, Milagros, y ciertamente, tendréis dolores, pero va a ser más la alegría, la que hará que vosotros sigáis adelante, sobre todo, sabiendo que al final de vuestra misión, tendréis el gran regalo, porque así os lo prometí, que aquellos que Me siguieran, que tomaran su cruz y Me siguieran, también tendrían al final, el gozo del Reino de los Cielos.

Así pues, Mis pequeños, seguid adelante, que no os importen las persecuciones, que también, sabiendo que si tenéis persecuciones, éstas quieren decir que estáis obrando bien, que estáis haciendo el Bien que satanás no quiere que hagáis.

Os bendigo, Mis pequeños, y que Mi Santo Espíritu habite plenamente en vosotros.

Gracias, Mis pequeños.