Sep 14_2020 Un alma así, llena de maldades, de rencores, de recuerdos malsanos, no puede entrar al Reino de los Cielos porque está viviendo todavía como satanás quiere que viva.

Rosario matutinoMensaje ÚNICO

================================

Mensaje de Nuestro Señor Jesucristo a J. V.

================================

Primer Misterio. Habla Nuestro Señor Jesucristo.

(Lenguas…)

Hijitos Míos, el mayor acto de Misericordia hecho por vosotros, como parte de vuestra purificación, es el Perdón, Mis pequeños. Mi Padre, ciertamente, aparta del Paraíso Terrenal a Adán y a Eva; su Pecado es grave, pero los perdona y promete que a la descendencia de ellos los va a levantar con la Redención.

Cuando Pedro Me preguntó que cuántas veces tenía el hombre que perdonar y añadió: “¿Siete veces?”, “No”, le dije: “Hasta setenta veces siete”, refiriéndoMe a que debiera ser indefinido, que fuera siempre. Si Mi Padre no os hubiera perdonado, ¡imaginad en dónde estaríais ahora!, sufriendo por el pecado tan grave de vuestros Primeros Padres.

Al decir “indefinidamente” eso es lo que habéis venido teniendo a lo largo de la historia humana, Mis pequeños. Primeramente, con el pueblo judío, ¡cuántas veces no los perdoné!, a pesar de todas las tonterías que hacían, sus traiciones, sus olvidos, sus blasfemias, el olvidarse de Mí y llegar hasta a adorar ídolos. Ciertamente, cuando Yo Me alejaba de ellos, entendían su error y pedían perdón, los perdonaba y seguían adelante.

Bajo Yo a la Tierra a darMe por los hombres, pero Me di para levantaros, para regresaros a la dignidad de hijos de Dios, y este es un acto de Misericordia inmenso en donde se os concede el perdón de vuestros pecados.

¡Cuántas veces no tuve Yo que perdonar a lo largo de Mi Vida pública! A todos aquellos que Me atacaban, a aquellos que Me daban la espalda, a aquellos que Me blasfemaban, y luego en Mi Pasión tan dolorosa, y no tanto por los dolores en Mi Cuerpo sino los dolores en Mi Espíritu, Espíritu Divino, delicado, y por ser tan delicado, cualquier pecado vuestro, aun los más pequeños que vosotros creéis que son pecados pequeños, son graves, porque en Mi Divinidad todo se hace inmenso, precisamente por Mi Santidad, y sigo perdonando los pecados de los hombres. Me sigo dando continuamente por vosotros, se sigue repitiendo Mi Vida, Mi Pasión, Mi Muerte, Mi Resurrección día a día y os sigo perdonando porque todos vosotros pecáis también, quizá hasta setenta veces siete al día en pensamientos, en palabras, en obras, en olvidos, en omisiones. No os dais cuenta de ello pero, en vuestro juicio personal, cuando lleguéis ante Mí, os daréis cuenta de tantas ofensas que Me causasteis a lo largo de vuestra existencia.

Todas las veces que, en humildad y aceptando vuestros errores, recurristeis al Sacramento de la Confesión, fueron perdonados vuestros pecados, Mi Misericordia nuevamente actuando sobre vosotros para regresaros a la dignidad de hijos de Dios. Hay un nuevo renacer del hombre, espiritualmente hablando, después de cada confesión, y os sigo perdonando a lo largo de toda vuestra existencia, setenta veces siete, o sea, indefinidamente.

Soy vuestro Dios y os repito, es un acto de Misericordia inmenso el hecho que Yo os perdone y os devuelva nuevamente al estado de Gracia, y no Me canso de hacerlo, Mis pequeños, porque os amo, ¡os amamos en Nuestra Santísima Trinidad!, y vosotros, ¿qué hacéis? ¿Sabéis perdonar a vuestros hermanos en esa forma, como Yo os he enseñado, como os estoy explicando, como quiero que lo hagáis? Perdonáis, ¿pero con rencor?, no habéis perdonado ahí, Mis pequeños. Perdonáis, ¿pero nunca olvidáis? No estáis perdonando de corazón. Perdonáis, pero no te vuelvo a hablar, ¿acaso eso es un perdón absoluto? ¿Quiénes sois vosotros para juzgar en esa forma?

Ciertamente, la santidad a  la que quiero que lleguéis no la habéis buscado y os falta mucho para encontrarla, os falta misericordia para con vuestros hermanos. Ciertamente, decís que os duele lo que os hicieron, pero más os va a doler el tener que pasar mucho tiempo en el Purgatorio para que aprendáis a perdonar y a olvidar, como Yo lo he hecho a lo largo de vuestra existencia y sin guardar ningún tipo de rencor ni apartarMe de vosotros ni apartar Mi Gracia de vosotros, porque bien podría hacerlo, diciendo: “Me dañasteis y ya no os voy a cuidar, ya no os voy a regalar Mis Bendiciones, Mis cuidados, Mi Amor”. Podría hacerlo, porque el daño que le hacéis a Mi Sacratísimo Corazón es inmenso, es grave, es muy doloroso, os lo merecéis.

Si Yo os pudiera hablar en la forma en que vosotros habláis, y sabéis que lo que Me hacéis es grave, es doloroso, pero no respondo como vosotros respondéis, como satanás actúa, porque él quiere que vosotros no lleguéis a altos grados de Virtud, que eso os va a llevar precisamente a la santidad de vida para que alcancéis rápidamente el Reino de los Cielos.

Mientras más defectuosos estéis en grados de Virtud, menos fácil os va a ser alcanzar el Reino de los Cielos. Son cosas en las que vosotros no pensáis, pero es una realidad, Mis pequeños. Se os ha explicado que las almas que entran al Reino de los Cielos es porque ya aprendieron a amar como Yo os amo, en un grado absoluto, sin tener rencores, recelos ni envidias, odios, porque entonces estarían guardando todas esas maldades en su corazón, y un alma así, llena de maldades, de rencores, de recuerdos malsanos, no puede entrar al Reino de los Cielos porque está viviendo todavía como satanás quiere que viva.

Debéis llegar a la plenitud de la Gracia, que esas fueron Mis Enseñanzas, y entonces alcanzaréis un alto grado en el Reino de los Cielos. Ciertamente, el dolor que os causan vuestros hermanos, que ciertamente están tomados por satanás, porque aquel que causa un dolor no está tomado por Nosotros, porque no está produciendo Amor, está produciendo dolor, esos actos, esos ataques a vosotros os duelen y ¿que acaso los pecados que cometéis contra Mí no Me duelen? En eso no pensáis tampoco, y cuando cometéis un pecado grave, un pecado que os separa totalmente de Nuestra Gracia, ¿creéis que no Nos duele a Nuestra Santísima Trinidad?

Debéis pensar más, Mis pequeños, en vuestra propia purificación, en vuestra santificación, y para eso tenéis que olvidaros de vosotros mismos, debéis dejar que Yo tome vuestra vida y así os enseñe a vivir en la Virtud y en el Amor, que os enseñe a producir Amor y a olvidar el dolor que se os causa con los ataques que tenéis de satanás. Tenéis que aprender a vivir en la misericordia y no en la maldad a donde os lleva satanás.

Debéis de dar ejemplo de vida espiritual en alto grado, y para eso debéis pedir ayuda a Nuestra Santísima Trinidad para que se os llame hijos de Dios, a esos estáis llamados, Mis pequeños, a que se os llame hijos de Dios. ¿Sentís en estos momentos que podéis ser llamados así? ¿Sabéis realmente amar a vuestros hermanos? ¿Sabéis realmente perdonar a vuestros hermanos? ¿Sabéis realmente olvidar rencores, y rencores pasados de años y años atrás? Eso os hace mucho daño.

Dejad que Mi Santo Espíritu os lleve a la perfección santífica. Debéis ser santos, Mis pequeños, debéis buscar la perfección, debéis vivir en el amor pleno que se os ha enseñado y que vosotros podéis obtener, pero para eso debéis dejar que Nosotros, en Nuestra Divina Voluntad, vivaMos plenamente y actueMos plenamente en vosotros. Vosotros, por vosotros mismos, no lograréis alcanzar la santidad a la que estáis llamados, empezando con el que no sabéis perdonar.

Os amaMos de una forma Infinita. Fuisteis creados por Nuestro Amor y os amaMos así, con un Amor inmenso, y quereMos vuestra perfección. Dejaos, pues, moldear por Nosotros para que alcancéis la perfección y, os repito, para que seáis llamados hijos de Dios; que seáis ejemplo entre vuestros hermanos, un ejemplo que puedan seguir ellos para que también alcancen su santificación.

Gracias, Mis pequeños.