Ago 26_2020 Debéis ser esos hombres raros de este tiempo, como Yo lo fui, hombres raros, mujeres raras, porque Me amáis, porque queréis que Yo viva en vosotros, porque queréis hacerMe vivir nuevamente entre los hombres.

Rosario matutino – Mensaje ÚNICO

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Mensaje de Nuestro Señor Jesucristo a J. V.

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Primer Misterio. Habla Nuestro Señor Jesucristo.

(Lenguas…) Hijitos Míos, Mi Vida sobre la Tierra fue muy contradictoria. En estos tiempos, vosotros os podéis dar cuenta, ya por la historia, cómo desde Mi venida a la Tierra llego a través de una Virgen, ya desde ese momento hay contradicción, hay diferencia en la forma en como llegáis todos vosotros. Fui Engendrado, no hubo necesidad de hombre para que Yo pudiera nacer y estar entre vosotros. Voy creciendo y se van dando situaciones también diferentes, pero no muy palpables, hasta que empieza Mi Vida de Evangelización, Mi Vida pública.

Ciertamente, durante Mi Vida Me veían diferente, Soy el hijo del carpintero, pero de una familia muy especial, muy correcta, pobre pero muy bella. En Mi Vida pública empiezo a darMe a conocer y empiezo a “ser raro” entre los hombres, no Soy alguien parecido a ellos por Mi forma de trato: no Soy grosero o malhablado, Soy respetuoso y limpio, Soy caritativo y trato de ayudar a todos aquellos que se acercan a Mí, ya sea con una Palabra, ya sea dando limosna, dándoles un Consejo, pero siempre dándoMe a los hombres, cosa también no habitual ni en aquellos tiempos ni en estos tiempos.

Empiezo con Mi Evangelización y voy escogiendo a hombres también poco especiales, no tan especiales como para empezar una Evangelización con gente del pueblo, pero Mi trato los va cambiando. Empiezan los Milagros y se empiezan a dar cuenta los escribas y fariseos de ellos; se empiezan a dar cuenta de Mi Sabiduría Divina y, sobre todo, cuando los voy exponiendo ante el pueblo, no Me podían refutar nada puesto que estaban ante su Señor, el Mesías.

Trataban de atacarMe porque Yo los exponía, les decía sus verdades, y el pueblo se daba cuenta de ello; Me apreciaban más a Mí que a ellos, sobre todo porque en ellos había arrogancia y en Mí Humildad y Sabiduría, y sobre todo Amor hacia ellos, hacia todo el pueblo. Ayudaba Yo a los pobres, convivía entre los pobres, mientras que aquellos arrogantes procuraban estar siempre con los ricos, con los poderosos, y aun con aquellos que los oprimían, que eran los romanos. Trataban en todo momento de ver en qué momento Yo cometía algún error para acusarMe de ello, porque Me odiaban, porque los estaba exponiendo ante el pueblo, pero el pueblo Me apoyaba.

Pero, por otro lado, porque también así es el hombre, cuando ven a alguien que es bueno se aprovechan de ese personaje y, ciertamente, muchos venían a Mí, escuchaban Mis Palabras y luego les daba Yo de comer, pero más Me seguían por ello que por el cambio espiritual que Yo les pedía tuvieran. Veían en Mí un personaje muy diferente a la gente de ese tiempo, sobre todo en educación, en Sabiduría, en trato.

Aun la misma María Magdalena, siendo mujer de vida fácil, de vida disipada, cuando Me llega a conocer no sabe cómo tratarMe; le atraigo porque Soy diferente a los hombres, pero por su forma de ser de mujer, que manejaba a los hombres a su placer, no sabía cómo comportarse conMigo y entonces es cuando ella es tomada por Mi Gracia, es aplastada por Mi Amor, se rinde ante Mí, ante Mi Presencia, ante Mi Bondad, ante Mi Pureza, ante Mi Santidad, y la que se sentía dominadora de hombres, en ese momento es dominada por el Mesías, por su Salvador. Pero lo más importante en ella fue el cambio absoluto, tenía todo de lo del mundo, pero no tenía la perfección de su alma, y encontró en Mí quien le podía dar esa perfección y se hizo Mi discípula, cosa que no sucedió con la gran mayoría de las personas del pueblo. Ciertamente, sí hubo gente que cambió con Mis Enseñanzas, con Mi Ejemplo, con el Amor que derramé, pero fueron pocos, muy pocos, al grado de que la gran mayoría aún se dejó manipular por los escribas y fariseos, y Me llevaron al cadalso, Me crucificaron porque no hubo quién Me defendiera cuando tantos de ellos habían recibido Mis Bendiciones, Mis Milagros, Mis curaciones.

Con esto os podéis dar cuenta que no hubo un cambio definitivo, de conversión, como lo tuvo María Magdalena y algunos otros que, siendo pocos, no pudieron ponerse en contra de los romanos ni de los mismos escribas y fariseos.

A lo que voy, Mis pequeños, con todo esto es que quiero que seáis raros en estos tiempos, que la gente se dé cuenta que Yo estoy en vosotros, que seguís siendo aquellos discípulos y apóstoles Míos que se comportan con el ejemplo que Yo os di, siendo decentes, educados, respetuosos, sin decir malas palabras, respetando a los demás, no provocando pleitos, no llevando a nadie hacia la vergüenza, hacia la crítica destructiva, hacia el error, haciendo todo lo posible para que, al veros, podáis atraerMe almas a Mi redil.

Debéis ser esos hombres raros de este tiempo, como Yo lo fui, hombres raros, mujeres raras, porque Me amáis, porque queréis que Yo viva en vosotros, porque queréis hacerMe vivir nuevamente entre los hombres. Estáis llamados a ser diferentes, como la transformación que también tuvieron Mis apóstoles, de ser hombres rudos, groseros, acostumbrados a una vida… pues difícil, cansada, sin mucha educación, cambiaron totalmente hacia la santidad, hacia el Amor, hacia el respeto hacia sus semejantes pero, sobre todo, a su donación total a Mí para el bien de ellos. Es el darse a los demás como Yo Me di por la gente de ese tiempo, debéis aprender a daros y siempre con humildad, sencillez, para que Yo esté con vosotros. Yo no puedo estar en el corazón de almas altaneras, groseras, malhabladas, porque Yo no os enseñé eso; debéis tomar Mis Virtudes, Mi forma de ser, pero, sobre todo, Mi Amor, el respeto primeramente a Nosotros en Nuestra Santísima Trinidad, y luego el respeto hacia vuestros hermanos.

Sí, ciertamente pensáis que es difícil, que no estoy respetando vuestra forma de ser, pero os estoy preparando para una llegada más fácil al Reino de los Cielos. Mientras más os parezcáis a Mí y vuestra vida sea lo más parecida a la Mía, vuestra entrada al Cielo será más rápida y menos tiempo pasaréis de purificación en el Purgatorio. Yo siempre velo por los Míos, os aconsejo porque os amo y, sobre todo, porque Me habéis dado vuestro fíat. La vida en la Gracia es difícil, ciertamente, porque debéis poner de vuestra parte y luchar contra vosotros mismos, pero así es la vida de la Gracia, o estáis conMigo o estáis contra Mí, o vivís para Mí o vivís para el mal, no hay medianías, todo debe ser absoluto: Me amáis o no Me amáis, Yo no acepto mediocridades, Me amáis verdaderamente o lo demás no sirve para Mí, no sirve para que entréis rápidamente al Reino de los Cielos.

La hipocresía la detesto, si se puede decir así, porque así fueron los escribas, los fariseos, personajes odiosos, malvados, tanto para el pueblo como también contra Mí, vuestro Dios, gente que se satanizó. Ciertamente, en Mí no puede haber odio, porque Soy vuestro Dios y os respeto, pero son personajes como los que hay ahora, que viven para satanás y su actuar es satánico y sí, se vuelven malvados, odiosos entre los hombres porque no tienen ningún respeto, ningún amor hacia los demás, solamente ven por su bien, por su bienestar, por llenar sus bolsillos con dinero mal habido y hasta con dinero con sangre.

Mucha maldad hay entre vosotros, aprended a amar aun a pesar de que os ataquen; Me atacaron mucho pero nunca, nunca vieron en Mí un momento de odio o de maldad hacia aquellos que Me atacaban, ya fuera durante Mi Evangelización o durante el tiempo de Mi Pasión, de Mi parte siempre hubo perdón y oración para su conversión.

Os pido, pues, que oréis por aquellos que os tratan tan mal que llegáis a odiarlos. Orad por ellos porque pueden tener una conversión gradual y a veces instantánea, como la del buen ladrón. Cuando un alma es tocada por Mi Gracia, porque vosotros habéis orado por ella, se puede lograr una conversión instantánea, esos son Mis Milagros y éstos todavía se dan en este tiempo. Así que actuad, Mis pequeños, como Yo os he enseñado, sed otros Cristos en estos momentos, porque no hay muchos, no hay muchos hermanos vuestros que estén actuando así y se necesita mucha oración porque los desastres, que ya comenzaron, van a causar muchas muertes y son almas que no están preparadas para salvarse eternamente.

Dejad, pues, los odios, las groserías, las maldiciones hacia ellos, orad por ellos y eso hará que vuestro corazón crezca cada vez más en amor, porque estáis amando al que os ataca y así está escrito en la Biblia, en que vosotros debéis amar a aquel que os hace daño, porque ¿qué bien podréis vosotros sacar de amar al que os ama? Es de hijos Míos, de hermanos Míos, amar al que os ama, pero más el amar al que os odia y os trata mal, al grado de hasta quitaros la vida.

Os amo, Mis pequeños. Manteneos en la Verdad y en el Amor, que solamente pueden venir de Mí, vuestro Dios.

Gracias, Mis pequeños.