Ago 18_2020 La gran mayoría de vosotros seréis apartados de este mundo, quedarán aquellos que realmente se merecen ese distintivo grande de llamarles “sacerdotes de Mi Hijo, Jesucristo”.

Rosario matutino – Mensaje ÚNICO

=================================

Mensaje de la Santísima Virgen María a J. V.

=================================

Primer Misterio. Habla la Santísima Virgen María.

 (Lenguas…)

Soy vuestra Madre, la Siempre Virgen María, y hablo por el bien de los sacerdotes, Mis hijos predilectos, ya que no todos cumplen como debieran cumplirle a Mi Hijo, Mi Señor y Mi Dios.

Avisado estaba que la traición en estos tiempos contra Mi Hijo, contra la Iglesia, vendría desde dentro de Ella, y mucho de esto, Mis pequeños, se ha dado porque no se les ha inculcado a Mis hijos, los sacerdotes, la devoción a Mí, vuestra Madre, Quien os guía, os protege, Quien os lleva por buen camino y Quien os amonesta, Mis pequeños, y os lo digo así con fuerza, ¡os amonesto! Por eso dentro de la Iglesia, dentro del ministerio sacerdotal, se están perdiendo tantos sacerdotes, tantas almas sacerdotales, y esto os lo avisé en todas Mis apariciones y a través de Mis profetas y videntes.

Os amonesto en cada una de Mis apariciones, os amonesto en cada momento que se puede, Mis pequeños, porque no estáis cumpliendo lo que Mi Hijo os pidió; estáis llevando al rebaño de Mi Hijo a su autodestrucción porque no le habéis enseñado a amar verdaderamente a Mi Hijo y a Mí, vuestra Madre.

En una familia los padres amonestan a los hijos para que no cometan delitos graves o den problemas graves, sea dentro de la familia o fuera de ella. La amonestación es un regaño, es un regaño para que regreséis al bien. A vosotros os he regañado varias veces, Mi Hijo os ha pedido que os amoneste porque estáis cometiendo gravísimos pecados y ya los fieles, en el mundo entero, se han dado cuenta de vuestro mal proceder y estáis dando un ejemplo de maldad tremendo, cuando debierais ser ejemplo para todo el mundo, como Mi Hijo lo es.

Estáis llevando al rebaño de Mi Hijo a una destrucción espiritual porque vosotros mismos ya no tenéis un buen crecimiento espiritual. Os habéis dedicado a vivir para el mundo y no debéis vivir para el mundo, fuisteis tomados por Mi Santo Espíritu, Mi Esposo, el Espíritu de Amor, fuera del mundo; vivís para Mi Dios en Su Santísima Trinidad y vosotros queréis seguir viviendo para el mundo.

Vinisteis a hacer crecer las almas en el amor y en la Sabiduría de Dios. Vinisteis para guiar el rebaño, que en todo momento se quiere ir por otros caminos que no son de Dios. Vinisteis para enseñarles a amar a Mi Hijo, ser como Él y ayudar a los fieles a amarLe y respetarLe como Él se merece. Vinisteis para que vosotros pudierais darles los Sacramentos a los fieles, a Mis hijos, al pueblo de Dios. Vinisteis para santificar la grey. Vinisteis para preparar al mundo a recibir a Mi Hijo en Su segunda venida, para que Él llegue triunfante, porque la misma grey, el mismo pueblo le pida regresar para tenerlo junto a vosotros, como antes estuvo entre la gente, para amarLe más, para recibir de Él Su Amor y Su Sabiduría, para recibir de Él Milagros y Su Compañía.

Habéis traicionado el Amor de Mi Hijo, habéis traicionado la pureza de vuestro cuerpo y de vuestro corazón. Buscáis el mundo, sus placeres, el dinero, las posesiones materiales y evitáis las espirituales; aparentáis ser lo que debierais ser. Hay tanta frialdad en vuestros corazones, son tan pocos los que realmente transmiten vida espiritual y Amor Divino. Estáis destruyendo a la Iglesia, que os dejó Mi Hijo, en su espiritualidad; no respetáis los Mandamientos que os ha dejado Mi Hijo ni procuráis que los fieles los lleven a cabo. Vosotros mismos no advertís ni regañáis de forma amorosa a los fieles, como debierais, porque sentís que los perdéis y su dinero ya no tendréis.

Buscáis comodidades y, de esta forma, muchos enfermos terminales que buscaban el último sustento de Mi Hijo, por medio de vosotros, no lo tienen ni lo tuvieron porque buscáis solamente vuestro bien, vuestra comodidad. Ya no hay amor de donación, ya no hay vida de crecimiento espiritual, no se nota en vosotros el Amor de Mi Hijo. Ya no tenéis paciencia ni respeto por el pueblo, os imponéis como dictadores y no como siervos de Dios que debierais ser.

Os creéis grandes porque sois sacerdotes, pero internamente sois traidores a Mi Hijo. Vivís de puras apariencias, la gran mayoría de vosotros; vuestras palabras y vuestros actos ya no mueven corazones hacia el arrepentimiento ni hacia la vida espiritual. No buscáis al necesitado, al mendigo, al pobre, buscáis al adinerado, al que os puede cobijar con su economía alta y, de esta forma, el sufrimiento que os lleva hacia la santidad, ya no lo tenéis ni lo queréis aceptar. Buscáis la vida fácil, regalada; buscáis los aplausos porque lleváis una sotana, una sotana que os va a llevar a la condenación, una sotana que habéis traicionado, que habéis cargado de sacrilegios, de pecados, de maldad, porque vuestro corazón así está.

A los buenos sacerdotes los rechazáis, no los queréis frente a vosotros, no los podéis ver porque veis en ellos la figura de Mi Hijo que os están acusando ante Mi Hijo, vuestro Dios; os alejáis de ellos, los mandáis lejos de vosotros y mantenéis vuestras reuniones con aquellos que son como vosotros: Puro pecado y maldad, pura apariencia e hipocresía. Sois nauseabundos para el Cielo, por eso no transmitís Mis profecías, Mis Palabras de aliento y de Amor, y Mis amonestaciones a vuestros compañeros sacerdotes y al pueblo, porque os sentís avergonzados de lo que sois realmente.

No queréis que los demás sepan que vuestra Madre, la Siempre Virgen María, la que os ama y os cuida, también os regaña porque no sois lo que debierais ser. ¡Cuántos de vosotros en el Infierno están! ¡Cuántos de vosotros llevan en el Purgatorio años y años por su mal proceder! Estáis destruyendo lo que Mi Hijo creó para todos vosotros, para toda la humanidad, que es la Iglesia fundada por Él. Muchos habéis hecho pacto con el enemigo, pero no lograréis destruirla porque la Promesa de Mi Hijo la protege de todo mal.

La gran mayoría de vosotros seréis apartados de este mundo, quedarán aquellos que realmente se merecen ese distintivo grande de llamarles “sacerdotes de Mi Hijo, Jesucristo”, porque la gran mayoría de vosotros ya no merecéis ese distintivo, porque ya no lo sois.

Os sigo amonestando, ojalá os arrepintáis a tiempo antes de que la muerte os alcance, porque vuestro pecado es grave, muy grave a los ojos de Nuestro Dios.

Gracias, Mis pequeños.