Abr 04_17 Os pregunto, ¿realmente Me amáis?

Rosario vespertino – MENSAJE ÚNICO.

 

 

 

 

Mensaje de Nuestro Señor Jesucristo a J. V.

 

 

Primer Misterio. Habla Nuestro Señor Jesucristo.

Sobre: Os pido vuestra donación, para que, también, vosotros salgáis fortalecidos de la prueba que se ha de venir y que todos padeceréis. No es lo mismo ver el padecimiento, aunque, ciertamente, podáis orar por las almas para que soporten las pruebas, a vivirlo en vuestro propio ser.

Hijitos Míos, ciertamente, cada uno de vosotros, lleva una cruz a cuestas. Por causa del Pecado Original, todos venís a la Tierra, a una misión y sufrís, sufrís si estáis Conmigo, principalmente, porque satanás os va a atacar mucho más, si vosotros escogéis el estar Conmigo.

Como os decía, cada uno de vosotros traéis una misión y esa misión, también, va a traer su cruz. Yo, como Dios, también, quise tomar esa Cruz, porque así Me lo pidió el Padre. Os vine a poner el Ejemplo y os vine a dar Vida, con Mi Vida, para que vosotros tomarais de ella y que vuestra Cruz no fuera tan pesada.

Ahora os pido algo especial, estáis a unos días de acompañarMe, nuevamente, al término de Mi Misión aquí en la Tierra. Me vais a acompañar al Calvario, Me vais a acompañar a ésos momentos difíciles, dolorosos y os quisiera pedir, en lo particular, si así lo queréis y Me ayudaréis, a que Me acompañarais con alguno de Mis Dolores.

Vosotros meditaréis y Mi Santo Espíritu os indicará con cuál podéis acompañarMe. Yo tomé vuestros pecados y los pecados de todos vuestros hermanos, del pasado, presente y futuro, para reparar por ellos y para permitiros entrar al Reino de los Cielos, si así lo deseáis.

Cuando vosotros os unís Conmigo, compartiMos dolores, penas, pero compartiMos una misión Divina, la de salvar almas. Hay tantas, tantas almas que están distraídas en el Mundo, que no se dan cuenta o no quieren darse cuenta que, en cualquier momento, Mi Padre las puede llamar de regreso a tomarles cuenta de su misión y, ciertamente, este llamado va a ser en cualquier momento y no todas las almas están preparadas para bien morir, para llevarLe una respuesta positiva a Nuestro Padre pero, sobre todo, para agradecerLe que se os dio el don de la Vida, como a Mí, para ayudarle a tantas y tantas almas que necesitan de un soporte espiritual, de un soporte de oración para salvarse.

La vida que se os concedió, es algo grande, Mis pequeños, el don de la vida os va a dar una posición más alta en el Reino de los Cielos, si es que la lleváis con amor, con total entrega y con un deseo de agradarNos; pero, si vosotros os comprometéis con el enemigo y trabajáis para él, traicionando a Nuestro Dios, cuando Él puso toda Su Confianza en vosotros para que Le ayudarais en la salvación de las almas, e hicisteis una vida contraria a lo que se os pidió, desgraciadamente, tendréis una eternidad de dolor.

Mis pequeños, la donación, el sacrificio, la penitencia, el olvido de uno mismo, para ayudarle al hermano necesitado, es de almas buenas, de almas escogidas pero, sobre todo, de almas que aprendieron a darse, a darse por el hermano necesitado y, el darse, es una muestra de amor, pero de un amor intenso, de un amor grande por vuestros hermanos.

Pero, ahora, os lo estoy pidiendo Yo, vuestro Hermano Jesús, vuestro Dios, vuestro Redentor. No solamente Mi parte Humana sufrió, en estos tomentos de Mi Pasión, os he dicho que el Dolor fue desde Mi Concepción. Ahí no fue un Dolor como de Mi Pasión, fue un Dolor de Sacrificio; todo un Dios, haciéndose Pequeñito por vosotros, aun sabiendo que muchísimas almas no se iban a salvar, a pesar de Mi Sacrificio y de Mi Donación por todos vosotros.

Ciertamente, vosotros no conocéis el futuro de vuestra misión, Yo sí lo conocía y aun así Me di por todos vosotros, acepté lo que Mi Padre Me pidió por vuestra salvación y lo acepté por Amor a todos vosotros y para todos los tiempos.

Esto sí es doloroso, Mis pequeños, y, como os decía, Mi Dolor no fue solamente físico, sino espiritual, también, y ése es más doloroso, sobre todo, porque Yo conocía, como Dios, el pasado, el presente y el futuro de Mis Actos, de Mi Donación, de Mi Amor, que iba a ser pisoteado por tantas almas de todos los tiempos.

A vosotros os habrá pasado alguna vez, con algún pariente, algún hermano, algún amigo, al que vosotros queréis y que os traiciona; ese es un dolor profundo, muy grande, muy fuerte, muy doloroso, porque vosotros confiáis en esa persona, en ese amor que vosotros consideráis que os va a respaldar en las buenas y en las malas. Os repito, vosotros no conocéis el futuro de vuestros actos y sufrís de momento, pero Yo sufrí y sigo sufriendo por todos los tiempos.

Por eso, quiero que esta Cuaresma sea algo especial, Mis pequeños, que en estos últimos días, recordéis esto que os estoy diciendo, que Yo ya sabía el futuro de Mi Donación en muchas almas, que no todas iban a reaccionar positivamente, no todas iban a agradecer, no en todas las almas Mi Donación iba a tocar su corazón, ni su amor por Mí se iba a acrecentar.

Vosotros no soportaríais todo este Dolor que Yo he venido sintiendo, que he venido viviendo por más de dos mil años y que conocía antes de Mi Concepción en el Vientre de Mi Madre.

Son Dolores muy grandes, que vosotros no podéis imaginar ni soportar. Es traición tras traición y, sobre todo, de almas escogidas, como las almas sacerdotales y religiosas, las cuales, fueron escogidas por Mi Padre para una misión grande: proteger y enseñar los Tesoros del Cielo.

Pueblo sacerdotal debió haber sido el pueblo judío, para eso fue escogido, para que, a través de él, desde el Antiguo Testamento, transmitieran todo el Conocimiento Divino, pero desde ahí empezó la traición. Ese pueblo traicionó el Amor de Mi Padre.

Luego vengo Yo, Nuevo Testamento, Vivo entre los hombres el Amor del Cielo y se Me traiciona, también. Son tan pocas las almas que, realmente, han aceptado, han vivido, han agradecido este regalo tan grande que se os ha dado a través de Mi Padre, a través Mío y, también, vendrá un momento fuerte, del Espíritu Santo que, en ciertas almas, ha trabajado fuertemente, para que se dé Vida y se siga dando Vida a lo Enseñado por Mi Padre y a lo vivido por Mí. Vendrá el Tiempo de Mi Santo Espíritu, pero para las almas escogidas, almas que han aceptado, que han vivido el Amor del Cielo pero, sobre todo, almas que se han enamorado de Nuestro Amor Divino.

Todo se está preparando, Mis pequeños, para que Mi Santo Espíritu tenga este tercer momento de la humanidad, en que las almas, que iniciarán este Nuevo Tiempo, se llenen de grandes dones, Virtudes, Bendiciones que el Cielo derramará sobre ellas. Van a ser tiempos bellísimos, porque estas almas se habrán ganado, por su amor, por su donación y por el respeto a Nuestras Leyes, este regalo del Cielo.

Cuando vosotros os dais por alguien y no os importa lo que sufriréis, eso es una donación de amor, es lo más grande que puede haber de una alma hacia alguien, prácticamente, dar su vida por otra alma, y lo que os estoy pidiendo, en estos momentos, es que vosotros os deis por Mí, vuestro Dios Redentor, que Me acompañéis en alguno de Mis Dolores, el que escojáis, que lo viváis intensamente y, si deseáis, que Mi Santo Espíritu os permita que lo sufráis, junto Conmigo, pero esto no os lo exijo, Mis pequeños, porque no soportaríais tanto dolor, pero, sí, que hagáis sacrificios, penitencias, ayunos, para mitigar ésos dolores que Yo tomé por vuestra salvación y para que gozarais, eternamente, del Reino de los Cielos.

Yo Me di por vosotros, y Me adelanté a vuestra época para aminorar vuestros dolores y padecimientos físicos y espirituales.

Ciertamente, hay almas que se han donado en lo particular por sus hermanos y sufren en lo privado y en el silencio; no sabéis de estas almas sufrientes que hay alrededor del Mundo, y en el Universo entero, que se dan por la salvación de todos. Son almas escogidas, almas que soportan el dolor y lo ofrecen; dolores físicos y espirituales, como los Míos. Ciertamente, Mi Donación era suficiente para la salvación de todas las almas, del pasado del presente y del futuro, pero Somos familia y cuando en una familia se vive el Amor profundo, os ayudáis los unos a los otros y eso crea unos lazos afectivos y amorosos muy poderosos y, eso es lo que deseo, Mis pequeños y os lo pido de Corazón, que hagáis esto que os pido, para que estéis fortalecidos para las grandes pruebas que se han de venir en un futuro cercano.

Yo tenía la Fuerza del Padre y con Mi Donación, y Su aceptación, pude soportar todo el Dolor físico y espiritual de ese momento y así se lo hice saber a las autoridades de ese tiempo, que Yo respetaba lo que Mi Padre Me pedía y de ahí salía fortalecido y así os lo pido ahora, Mis pequeños, os pido vuestra donación, para que, también, vosotros salgáis fortalecidos de la prueba que se ha de venir y que todos padeceréis. No es lo mismo ver el padecimiento, aunque, ciertamente, podáis orar por las almas para que soporten las pruebas, a vivirlo en vuestro propio ser.

No os imagináis, Mis pequeños, el gran gozo que Me daréis si aceptáis lo que os pido. Ciertamente, sois pequeñitos, sois creaturitas, sois nada, si no estáis Conmigo pero, cuando os unís a Mi Misión, compartiendo vuestra cruz, que, también, es vuestra misión, entonces, vuestra pequeñez se une a Mi Poderío Divino y ya no sois esas creaturitas, ya no sois esa nada, sois Mis hermanos, sois hijos de Mi Padre.

No podéis vosotros vivir alejados del Cielo, vosotros fuisteis creados para vivir unidos a Mí. Habéis llevado vuestra vida, algunos de vosotros, muy apartada de lo que sería la perfección de vuestra misión, y ahora os estoy dando la oportunidad, por Gracia Divina, de que os unáis a vuestro Dios y vuestra misión se vuelva grande, muy importante y, sobre todo, una misión corredentora.

En vosotros está el que os unáis a Mí, vuestro Dios Redentor; vosotros decidís si queréis quitarMe esos Dolores que no Me merecía Yo, porque Soy vuestro Dios.

Tomé todos vuestros errores, ensucié Mis Vestiduras con vuestros pecados, fui despreciado por el Padre, porque Me vio hecho Pecado, y todo eso lo soporté por vosotros. ¿Cuántos, cuantos, realmente, de vuestros hermanos, respetan estos días y Me agradecen Mi Donación por su salvación? ¿Cuántos, en lugar de pasar unos días de vacaciones, toman ésos días para reflexión?, para buscar el perdón de sus pecados, para quitarMe Dolores, para que Me acompañen junto al trayecto de la Cruz y en lugar de escuchar, Yo, blasfemias, groserías, pueda escuchar alguna frase de amor; un “Te amo, Mi Señor, Te amo, Mi Jesús”, para que no pueda escuchar las blasfemias del pueblo que Me traicionó. Soy Dios, pero, también, Soy Hombre y Me dolió, inmensamente, Ser traicionado por aquellos que recibieron Bendiciones de Mí durante esos tres años de Predicación y, quizá, hasta algún Milagro recibieron de Mi Parte y Me pagaron así. Les di de comer, no solamente pan y pescado, les di de comer a su alma con Mis Enseñanzas, con Mi Predicación y ¿cuántos de ellos respondieron?, pocos, muy pocos. ¿Cuántos Me defendieron en el momento difícil?, prácticamente, nadie. Yo Me di por ellos, prácticamente, ninguno se dio por Mí, hasta los más cercanos, los que escogí, huyeron.

Vuestra humanidad os traiciona, queréis proteger vuestra vida, pero, ¿realmente, tenéis Vida si no estáis Conmigo?, si Me traicionáis, si no buscáis por Mi Bien, ¿estáis vivos? Preguntaos esto, Mis pequeños.

Decís que sois Míos, pero no veo gran donación de parte vuestra; os distraéis tanto con las cosas del Mundo, preferís los bienes del Mundo, los placeres del Mundo. ¿En dónde, dejáis, pues, la vida espiritual que Yo os traje, para que crecierais en ella y pudierais, vosotros, al final de vuestra misión, llegar al Reino de los Cielos, en donde viviréis y gozaréis todas estas Verdades, que tanto Yo, como Mi Padre os dimos?

No hay momentos especiales para Mí durante vuestra vida, hacéis poco o prácticamente, nada para agradarMe.

Os pregunto, ¿realmente Me amáis? Soy vuestro Dios, si habláramos solamente de amistad, ¿así tratáis a vuestros verdaderos amigos?, ¿convivís con vuestros amigos en una forma tan superficial, como lo hacéis Conmigo?, y Yo no Soy solamente vuestro Amigo, Soy vuestro Dios y Creador, con Mi Padre, y Redentor para daros Vida futura eterna.

El tiempo de vida que Mi Padre os concedió, es tiempo Divino, es tiempo para entregar a vuestros hermanos y a vosotros mismos, para un crecimiento en perfección, y ¿qué tanto hacéis, realmente, para acrecentar todo esto? Esto es lo que más Me entristece, Mis pequeños, que decís que Soy vuestro Dios, pero ni siquiera llego a Ser un íntimo Amigo.

Os acordáis de Mí muy de vez en cuando y si lo hacéis, quizá es, solamente, para pedirMe cosas, porque ya se os terminaron. ¿Así tratáis a vuestros amigos? Y, os repito, Yo no Soy, solamente, un Amigo, Soy vuestro Dios y, Yo, sí os traté como amigos, como hermanos y Me doné por vosotros, por vuestro Bien, por vuestra salvación, por vuestra alegría eterna.

Siempre estoy pendiente por vuestras necesidades, materiales y espirituales. Os conozco perfectamente a cada uno de vosotros, os consiento, os doy todo Mi Amor y, ¿qué recibo de vosotros?, olvidos, distracciones, traiciones, malos tratos, exigencias groseras y Me sigo dando día a día, por todos vosotros, en la Santa Misa. Me buscáis en la Sagrada Eucaristía y ¿cuántos, realmente, buscan estar Conmigo y recibirMe día a día en la Sagrada Eucaristía?

Es el Regalo más grande del Cielo que tenéis aquí en la Tierra, es el Tesoro más valioso que pueda tener un hombre aquí en la Tierra y ¿cuántos, realmente, Lo buscan?

Si le dijeran a la gente que en algún lugar determinado, a todos los que fueran, se les regalaría un gramo de oro, no cabrían en aquél lugar todas las personas que se juntarían. Acaso, ¿no valgo Yo más que un gramo de oro? Acaso, ¿Mi Cuerpo y Mi Sangre, en la Sagrada Eucaristía, no vale más que un gramo de oro? Yo os regalo la Vida Eterna y solamente os pido que Me améis, que respetéis los Mandamientos que se os han dado, que viváis el Amor entre vuestros hermanos, que pidáis por ellos, como Yo pido por vosotros, por vuestra salvación, por el perdón de sus pecados y de los propios vuestros.

No sabéis apreciar, Mis pequeños, los regalos del Cielo; satanás os ha tapado los ojos, los oídos, ha embotado vuestra mente, le dais más valor a las cosas del Mundo que a las Divinas, que son eternas.

Todo esto os lo digo, Mis pequeños, para que os deis cuenta cómo adoráis más las cosas del Mundo, cómo las perseguís más y dejáis a un lado lo que realmente vale.

Os he pedido que os amarais los unos a los otros y ¿realmente, os amáis los unos a los otros? Os tenéis miedo, satanás se ha encargado de ello y, en lugar de llevar amor en vuestro corazón y atacar esa maldad de satanás con el Amor que Yo os enseñé, atacáis ese mal con el mal, con el desprecio, con el odio y, de esa forma, no os unís como verdaderos hermanos que sois.

Otra Cuaresma que vivís, otra Cuaresma que pasáis, ¿estaréis Conmigo, acompañándoMe en ésos momentos de gran tribulación para Mí?, o ¿estaréis en algún lugar de recreo, olvidando Mi Donación, Mi Amor por vosotros? ¿Cómo os queréis proteger contra los ataques de satanás, con toda esa furia que se va a desatar sobre vosotros?, porque ya son los últimos momentos en los que satanás os atacará por un tiempo.

¿Cómo estaréis preparados, para soportar una prueba fuerte espiritual, si no os interesa amar y respetar a Aquél que Se dio por vosotros y que os vino a Enseñar cómo ser perfectos, como Mi Padre, vuestro Padre, Es Perfecto?

Sois muy ingratos, Mis pequeños, no dais el amor que debierais darMe; no Me dais ese apoyo, cuando menos de amigo y de un Amigo que no tuvo ninguna culpa, que no hizo nada malo durante Su Vida, sino todo lo contrario, un Amigo, del cual, debierais vosotros estar orgullosos, contentos de tenerMe, por Ser el Amigo Perfecto, y ni siquiera eso. No Me tratáis como el Amigo más amoroso que tenéis.

Todo esto, Mis pequeños, y más, sufrí y sigo sufriendo desde el Huerto de los Olivos, donde empecé a ver que los que se decían Mis amigos, que Yo escogí de entre tantos, no Me apoyaron y huyeron. Si ellos eran los más cercanos a Mí, a los que más Amor les di y más Sabiduría recibieron, y así pagaron, ¿puedo esperar, Yo algo más, de parte vuestra?

Todo esto duele, Mis pequeños y duele mucho, ellos prefirieron su vida y huyeron, no Me defendieron y, todavía, Pedro, el escogido, Me negó tres veces.

¿Cuántas veces Me negaréis vosotros? ¿Cuántas veces Me habéis negado durante vuestra vida? ¿Cuántas veces más, Me negaréis, en vuestra vida futura y seguiréis prefiriendo vuestra vida, vuestras comodidades, vuestros tesoros mundanos y no defendéis el Gran Tesoro Divino y Eterno, que Soy Yo?

¿Me podréis acompañar en esos días en que recordaréis Mi Pasión, Mi Donación por vosotros? Dejo la pregunta en vuestro corazón y espero una respuesta, cuando menos, de amigo.

Gracias, Mis pequeños.