Dic 22_01 El Amor verdadero sólo viene de Mis Obras, y sólo Yo Soy Verdadero Dios.

Mensaje.

 

Mensaje de Nuestro Señor Jesucristo a J. V.

 

Habla Nuestro Señor Jesucristo,
Queridos hijitos, Yo Soy vuestro Dios verdadero, Yo Soy Jesus, Dios verdadero en la Segunda Persona de la Santísima Trinidad. Yo Soy el verdadero Dios-Hombre quién, bajando del Cielo para vuestra salvación, os vino a redimir del Pecado Original y sus consecuencias.

Hijitos Míos, os quiero volver a recordar que mucho se habla de amores y mucho se habla de dioses, pero el Amor verdadero sólo viene de Mí y de Mis Obras y solo Yo Soy el verdadero Dios.

Muchos hablan de amor, pero tenéis muchos tipos de amores y la mayoría son convenencieros y pecaminosos. Para que se pueda hablar de un amor verdadero, se debe ver primero el bien que se le dará a quién lo recibirá y no tanto el que uno pueda recibir. El mismo bien que se otorga produce un bien en quien lo otorga, en otras palabras, cuando alguno de vosotros hacéis un bien de corazón por alguien más, la alegría que invade al que recibió el bien, se le transmite al que lo produjo. Ese “gracias”, que os dan de corazón por vuestra buena obra, ésa sonrisa agradecida, ése apretón de manos ó ése abrazo cálido, os pagan vuestra buena acción y os llena el corazón de satisfacción.

El verdadero amor produce una satisfacción que trasciende a todo lo humano y alcanza a lo divino. Os deja satisfechos con una satisfacción no mundana, con una satisfacción que pocas veces sentís y que sentís cuando actuáis como Yo mismo actuaba en la Tierra. Este es el tipo de amor que llega al Cielo y alegra a Mi Padre.

Aquellos que utilizan la palabra amor, pero que solo- van por la línea de lo carnal y mundano, son amores convenencieros, egoístas, intrascendentes y más que amor, lo que realmente están viviendo es puro instinto animal.

Existen ideologías que os hablan del vivir el “amor” a su máximo y así os envuelven con las mentiras de usar técnicas determinadas para gozar del amor, pero del carnal, para unir más a la pareja y con ello terminan endiosando al sexo, a lo carnal. Se vuelven maestros del “arte sexual”, pero no del Amor Divino. Por endiosar al sexo terminan, la más de las veces, en aberraciones al mismo, que son trampas del maligno, en las que caéis fácilmente porque vuestro deseo está fincado solo en lo terreno.

Habláis también de amor a las cosas, amor por los animales, el amor atodo lo que os rodea, etc. pero cuando ese amor no lleva antes el agradecimiento a vuestro Dios Creador, a Mi Padre y, además, aceptando que El todo lo creó para vuestro bien, podéis caer en la idolatría a lo creado. Amáis las cosas inertes y vivientes por ellas mismas y no porque aceptéis que las creó Mi Padre para vuestro bien y que os encomendó cuidarlas desde el Principio.

Muchas guerras se han provocado por un supuesto amor, pero no por amor  Divino, sino porque atrás de todo se encontraba una pasión desordenada entre reyes ó jefes de estado y ellos las propiciaban.

Muchos errores se cometieron en el pasado por tratar de imponer Mis Enseñanzas, cosa que Yo nunca quise hacer. Muchas desviaciones a Mis Enseñanzas derivaron en falsas doctrinas, ya fuera por conveniencias humanas para poder vivir en la lujuria y en el pecado con una mayor libertad ó por comodidad, evitando todo aquello que se os hacía difícil de lograr. Todo esto se causó y se sigue causando por hijos Míos de baja espiritualidad.

Cuando Yo os dije, “el que quiera venir en pos de Mí, que tome su cruz y Me siga”, Me refería a que el que Me siguiera, tendría que luchar contra su propio yo, contra sus pasiones y vicios, contra sus pecados y bajezas, contra el mundo y sus tentaciones. Así también, al hablaros de tomar vuestra cruz, no os estaba prometiendo el tener un futuro tranquilo, ni que fuerais a tener la aceptación de todos por vuestros actos sellados con Mi Amor ni que os aplaudirían vuestras palabras llenas de Mis Enseñanzas. Sí, os hablé de la dificultad para transmitir Mis Enseñanzas en un Mundo en donde se vive el odio y la mentira, pero también os prometí que Mi Santo Espíritu os guiaría y que Yo estaría con vosotros acompañándoos en vuestra misión hasta el fin de vuestros días para luego recibiros triunfantes y llevaros ante la presencia de Mi Padre para gozar con Nosotros por toda la Eternidad.

Sí, el estar en la Tierra es una misión difícil y llena de adversidades, tanta mentira y error os pueden hacer caer y desviaros del propósito central de vuestra misión, que consiste en transmitir Mi Verdadero Amor a todos los hombres y hablarles del verdadero Dios, que todo lo ve, que todo lo sabe, que a todos ama y que a todos perdona.

A primera vista parece sencilla vuestra misión: dar amor verdadero y vivir y hablar de Mis Enseñanzas, que son las de Mi Padre. No sería difícil si todos vosotros actuarais movidos por Mi Santo Espíritu, pero el problema radica en que el hombre fácilmente se desvía hacia lo que le conviene, hacia lo fácil, hacia lo mundano, hacia lo placentero a los sentidos y es así como poco a poco, al desviarse, van tomando rumbos diferentes y cada quién hace su propia vida y “enseñan” según sus propias experiencias, que la más de las veces no vienen de Mi.

Hijitos Míos, os he dicho que las tinieblas ya cubren, prácticamente, a toda la Tierra. Estáis viviendo momentos de obscuridad espiritual tremenda. Cada quién se rige según sus creencias y conveniencias y no por Mis Enseñanzas ni por Mi Amor. Se empieza a vivir la “ley de la selva”, en donde el más fuerte vence a los más débiles. Cualquiera con capucha y con pistola se impone a decenas de personas y se escapa tan tranquilo después de cometer su fechoría. Gobernantes sin escrúpulos imponen sus reglas con el fin de llenar sus arcas personales, dejando a su pueblo al borde de la quiebra y de la desesperación y nadie es capaz de mover un dedo por temor a la represalia militar ó de grupos asesinos, pagados por los mismos gobernantes, para mantener su tiranía.

Os envenenan el alma al permitir revistas y películas obscenas y nadie dice nada, porque las gozáis al igual que ellos. En algunos casos os habéis vuelto cómplices del mal.

Hijitos Míos; os hago ver parte del mal que existe en vuestro Mundo para que lo ataquéis y lo venzáis, pero no como el mundo os lo pide, atacando el mal con mal, sino como Yo os enseñe, atacando al mal con el bien y esta es vuestra cruz verdadera, llevar amor verdadero, el Amor de vuestro Dios, a todo lugar en donde haya mal, ya sea vuestro propio hogar, ya sea en el vecindario, ya sea en vuestro país ó ya sea en el Mundo entero.

Al mal se le ataca viviendo en el bien, hablando de Mi Bien, orando por el bien. Si fuerais perseverantes en el bien, pronto haríais milagros de transformación a nivel mundial. Uno de vuestros grandes errores consiste en que oráis fuertemente y aun muy unidos, por obtener un gran favor de Mi Padre, lo cuál es muy bueno, se os otorga y creéis que ahí terminó vuestra tarea y dejáis de orar, ¡no!, Mis hijitos, el maligno se enfurece más cuando le quitáis un alma ó cuando le afectáis sus malévolos planes, por lo tanto, el reforzará su ataque tratando de ganar nuevamente el alma que perdió con vuestra oración ó tratará de recuperar la obra que se le quitó y que le ayudaba para destruir almas. Así como el maligno no se dá por vencido en atacar y aniquilar a su presa, vosotros sabiendo ésto, no deberíais apartaros de la oración jamás. Yo mismo, cuando no estaba enseñando, Me apartaba para orar y muchas, muchas noches, Me la pasaba orando por vuestra salvación y por la misión de Mis apóstoles.

La fuerza de la oración es tremenda y con ella podéis hasta producir milagros, que son bendiciones que se obtienen por vuestro amor desinteresado, para que un hermano vuestro obtenga un bien.

Orad mucho, orad con Fé absoluta, sabiendo que Mi Padre os escucha y que Yo intercedo por cada uno de vosotros para que obtengáis el ó los bienes que, tanto vosotros como vuestros hermanos, necesitéis.

La oración os llevará a conocer la Verdad, ella os llevará a conocer el verdadero Amor y el verdadero Amor os llevará a conocer, en profundidad, a vuestro Dios.

Yo os bendigo en Nombre de Mi Padre, en Mi Santo Nombre y en el del Amor Mi Santo Espíritu.