Sep 12_02 Este es el tiempo de la gran lucha entre la Mujer, Yo, vuestra Madre y la serpiente

Mensaje. (Gén.3, 15; Apoc.12, 1ss.)




Mensaje dado por la Santísima Virgen María a J.V.

     Hijitos Míos, Soy vuestra Madre Santísima, la Siempre Virgen María, hoy os quiero concienciar sobre la gravedad y bendición que la humanidad está ahora viviendo.

     Gravedad, porque estáis viviendo un tiempo de cambio, un tiempo clave para el futuro de la humanidad, para el futuro de vuestra alma y para la salvación de millones de almas sobre la Tierra.

     Este es el tiempo de la gran lucha entre la Mujer, Yo, vuestra Madre y la serpiente, Satanás.  Es el tiempo anunciado en que combatirán fuertemente las fuerzas del bien contra las fuerzas del mal.  El tiempo en el cuál los hijos de la Luz, comandados por vuestra Madre, luchan contra la obscuridad de las naciones.  Este es el tiempo en donde  la Verdad está siendo atacada por el error; la pureza contra la impureza; la humildad contra la soberbia; la caridad contra el egoísmo; la virtud contra los falsos valores.

     Sí, éste es el tiempo en el cuál se acentuará más la división entre los hijos de la Luz  y los hijos de las tinieblas, por esto os digo que estáis viviendo tiempos de gravedad, porque la misma suciedad del pecado en el mundo, está destruyendo y llevando a millones de hijos Míos a la perdición y posible condenación eterna.

     Sí,  éstos son tiempos de gravedad, porque se está constantemente blasfemando y atacando el Santo Nombre de  vuestro Dios.  Sí, son tiempos de gravedad, porque no os queréis dar cuenta de que el demonio os está atacando en la parte más vital de vuestro ser, vuestra propia alma y la está dejando sin Vida, sin alimento, sin protección, sin vuestro Dios.  Ha logrado apartaros del camino del bien con gran astucia, dándoos argumentos falsos, los mismos que repetís cuando os enfrentáis a los que siguen a vuestro Dios, tratándolos de engañar también y sin sentiros culpables.

Sí, éste es el mayor engaño que os ha inculcado, haceros vivir en el error y que sintáis que estáis correctos con lo que hacéis, siendo que estáis dándole la espalda a vuestro Dios, a Sus Leyes y Mandamientos.
 
    La pérdida de valores es tal que por eso ahora estáis viendo y viviendo lo ya profetizado por Mi Hijo y por Mí desde antiguo: la lucha fraterna. Padres contra hijos, hijos contra padres, hermanos contra hermanos, sacerdotes contra sacerdotes, cardenales contra cardenales, en pocas palabras, lleváis una vida ya fuera de las Leyes de Dios y vivís solo las leyes de los hombres, que, como tales, son injustas y crueles.  Esta es la desgracia de vuestra vida actual, vida que ya no es Vida y que va muriendo a la Luz a pasos agigantados.

    Mucho hemos tratado Mi Hijo y Yo para haceros entender las argucias del mal, a través de los Evangelios y a través de Nuestras Apariciones a lo largo de la Historia, pero parece que tenéis oídos sordos y un corazón de piedra. ¿Qué pasa cuando alguien camina por un sendero peligroso, desconocido y sin luz? ¡Caerá y se herirá sin duda!
    
    Os habéis separado VOLUNTARIAMENTE de vuestro Dios y de Su Gracia, por lo tanto tendréis que padecer la caída y las heridas y cuando ya hayáis aprendido con el error, pediréis ayuda nuevamente a vuestro Dios y El, con su Misericordia Infinita, vendrá a curar vuestras heridas y a aconsejaros, una vez más, para que ya no volváis a caer.

     Tenéis un Padre Bellísimo, lleno de bondad y de Misericordia para con aquellos que Lo buscan, por eso éste tiempo también será de grandes bendiciones.  Muchas bendiciones se derramarán sobre todas aquellas almas que se mantengan en el bien, que se mantengan fieles a Su Palabra y a Su Ley y sobre todo, aquellas que, reconociendo su mal proceder, se arrepientan, pidan perdón y cambien de vida y con ése cambio de vida se volverán ejemplo para muchos de sus hermanos.

     Así como estáis viendo al mal ya descaradamente, también, en lo íntimo del corazón de muchos de Mis hijos, se están dando grandes cambios.  Yo estoy preparando a Mi ejército, al Nuevo Pueblo de Mi hijo Jesús, al Nuevo Pueblo de Dios.   Yo Soy, en éstos tiempos, la Maestra y la Luz de la Verdad para todos aquellos que quieran seguir el camino angosto y seguro, camino lleno de vicisitudes, pero al fin y al cabo seguro.

     Yo Soy la Mujer que cuida a Sus hijos del ataque de la serpiente infernal y los lleva a lugares libres de peligro.  Yo Soy ahora la Madre que luchará hasta sangrar, con tal de arrancarle, aún de las mismas fauces, a las almas ya casi sin Vida, de Mis hijos que escogieron el camino del error.  Yo Soy la Madre de la Misericordia que buscará, a toda costa, el recuperar para Mi Dios lo que Le pertenece, todas la almas creadas.

     Mis pequeños, ¡Necesito de vuestra ayuda! Os he repetido muchas veces en Mis Apariciones lo que se necesita para que seáis fuertes, para que podáis vencer al mal y para que podáis arrebatarle almas: la oración, la penitencia, el ayuno, la vida en la Gracia y la Sagrada Eucaristía.

     Aquellos que se enorgullecen de vivir una vida en Dios y de ser hijos de Nuestro Padre, ¡Por favor, ayúdenme a salvar a vuestros hermanos! Llenad vuestra alma de Amor y vengan Conmigo a levantar a éste Mundo a los niveles de Gracia y de Amor como Mi Hijo os enseñó.

    Yo os bendigo en nombre de  Nuestro Padre, en Nombre de Mi Hijo Jesús, en Nombre de Mi Santo Esposo, el Santo Espíritu  de Dios y en Mi Santo Nombre, María, vuestra Madre en el Amor.