Ene 09_03 La casta infiltrada de fariséos y la remoción de JPII.

Mensaje de la Santísima Virgen María a J.V.

 

Habla la Santísima Virgen María.
Sobre: La casta infiltrada de fariseos y la remoción de JPII.
Hijitos Míos, estáis viviendo los tiempos anteriores al Gran Cambio, los tiempos anteriores a la Gran Tribulación, los tiempos anteriores a la Segunda Venida de Mi Hijo Jesucristo a la Tierra.

Sí Mis pequeños, serán momentos de tribulación porque el príncipe de éste Mundo no querrá dejar ir a su presa, no querrá verse derrotado, después de que su gran soberbia le indica que ya todo el Mundo, prácticamente, está a sus pies.

Estos son tiempos de denunciar los errores del Mundo, son tiempos de que la Luz se vaya adueñando del Mundo y que las tinieblas se replieguen; son tiempos en los que los hijos de la Luz vencerán junto Conmigo, su Madre, a los hijos de las tinieblas.

Vosotros sabéis que el pueblo judío escogió a Nuestro Padre Dios como único Dios cuando todos los demás pueblos de la Tierra eran politeístas y por ello vuestro Dios hizo una alianza eterna con ellos.  Era el pueblo de Dios y a través de él grandes hombres surgían para guiarlo, para protegerlo, para educarlo en las Verdades de su Dios.  Vencían en las batallas, nunca les faltaba lo necesario para vivir, se les respetaba y se les  temía porque tras de ellos un “gran Dios” los cuidaba. Sí, era un pueblo rebelde y a ratos infiel, pero como la Mano del Padre estaba con ellos, pronto los hacía volver al redil. La fidelidad y el amor a su Dios les obtenía grandes bendiciones de Mi Dios y la mayor bendición anunciada fue que, a través de una mujer judía, nacería el Salvador de todo el género humano. ¡Qué dicha, qué felicidad, qué honor! ¡Yo fui ésa Mujer judía!, en Mí puso Sus Ojos Mi Señor y Mi Dios y así llegó el Dios Encarnado al Mundo.

Crece Mi Hijo y comienza Su Vida de Enseñanza a Su pueblo, al pueblo escogido, al pueblo escogido por Su Padre, pero ¿Qué pasó con éste pueblo escogido al tener a su Dios entre ellos? ¡NO LO RECONOCIERON! ¿Cuál fue la principal causa de ello? su falta de espiritualidad.

Sus dirigentes fueron perdiendo la fe, la confianza y la fidelidad a su Dios cosa que se tradujo en pecado, libertinaje y búsqueda de lo material, principalmente de parte de sus guías, los escribas y fariseos. Estos, con su apetito insaciable de poder en todos sentidos, se aprovechaban aún de los de su propio pueblo y para ello, “inventan” una gran cantidad de “mandamientos o leyes” extras a los que les dio Mi Padre, a través de Moisés en el Sinaí.

Con dichas “leyes de Dios” se aprovecharon de su mismo pueblo durante mucho tiempo. No se les permitía hacer casi nada, todo lo tenían medido y si de esto se salían, cometían pecado y ése “pecado”, tenía que ser purgado en el Templo con una “remuneración económica” la más de las veces.  Así se volvieron riquísimos, tenían todo el poder político, económico y social, porque eran “los elegidos” para hacer cumplir las leyes que el señor les había dado.

Todo lo tenían ya en sus manos hasta que Mi Hijo Jesucristo los pone en evidencia ante el pueblo. Les descubre sus delitos, sus pecado, su falsedad, de tal forma que gana el desprecio mortal de ellos, buscan la forma de condenarlo hasta que logran su cometido y con el grito de ¡crucifícale, crucifícale! mueven al pueblo a lograr su cometido, para que ya nadie les reprendiera sus malas acciones y para poder seguir haciendo de las suyas.

¿Qué sucede después? ¡RESUCITA! y Su Resurrección es comprobada por los mismos que Lo seguían, pero, ¿Qué pasó con el pueblo? Los fariseos compraron a los soldados, les pagaron una gran suma de dinero por su silencio y para que divulgaran lo contrario a la verdad, diciendo que los seguidores de Jesús se habían robado el cuerpo para hacer creer a todos que sí había resucitado.

Como es natural, la gente de poca espiritualidad siempre escoge lo negativo y no lo positivo para creer y así se formaron dos bandos, los judíos que aceptaron la Resurrección y los que no.  Los que la aceptaron fueron los que se volvieron apóstoles para el Mundo entero, llevaron la Palabra de Mi Hijo a todos los pueblos de la Tierra y así se empezó a lograr el Plan Divino de Salvación. Los que no aceptaron y que quedaron bajo la maldición que ellos mismos se atrajeron, al decirle a Pilatos: “que la Sangre de éste Justo caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos”, se empezaron a dedicar al mal a nivel mundial.

El pueblo judío había sido escogido por Dios para que a través de él se transmitiera  Sus Enseñanzas Espirituales a todo el Mundo, pero, al perder el pueblo su espiritualidad y al quedarse con la idea de que era “el pueblo escogido” para poblar y dominar la Tierra, se dedicaron, desde entonces, a tratar de obtener todo tipo de poder para poder sojuzgar a todos los pueblos de la Tierra.  Así, la casta maligna de los fariseos que llevaron al pueblo a entregar a Mi Hijo en la Cruz, se han dedicado a atacar y a negar toda devoción a Cristo Jesús y a Mí, Su Madre Santísima.

Con el correr de los años ésta casta farisea se ha dedicado a infiltrarse a todos aquellos lugares en donde, con su poder, puedan manipular al Mundo entero en busca, siempre de su propio provecho.  Se han infiltrado en todos los gobiernos de la Tierra, tienen el poder sobre todos los medios de comunicación, llámese cine, radio, televisión, periódicos y revistas, internet, etc. Hacen subir y bajar la bolsa de valores a su entero gusto, han provocado las guerras más sangrientas de la Tierra para sus fines económicos, se han dedicado a destrozar la espiritualidad de los pueblos  a través de la pornografía y la difusión de ideas nefastas, destruyendo con ellas a la unidad de las familias y la moralidad de la sociedad.  Hasta en Mi Iglesia se han infiltrado a través de los años, convenciendo a almas buenas a admitir ideologías nefastas que han provocado la destrucción espiritual y el relajamiento de las costumbres sacerdotales y religiosas.  Ahora, en vuestro tiempo, podéis ver mejor el resultado de las maniobras de ésta casta, casta mala, casta infernal, ya que, como no podían pedir a Dios ayuda para destruir lo que no les gustaba, porque era lo de Su Hijo, porque ellos sabían que Jesús había resucitado, buscaron a otro poder fuerte para vencer a los hombres en la Tierra, de tal manera que se aliaron con Mi enemigo, Satanás.  Por eso ahora sentís su fuerza, su maldad, su hedor, su podredumbre por todos lados.  

Esta casta que se ha infiltrado por todas partes y que se respalda con las fuerzas de Satanás, se está tratando de adueñar del Mundo entero.  Os siguen manipulando para que también vosotros gritéis, ¡Crucifícale, crucifícale! Os están dejando sin vuestro Dios, os siguen quitando a vuestro Jesús de todos lados, atacan Mi Persona y Mi Santo Nombre por ser Su Madre, han creado nuevas doctrinas y sectas en donde se habla de un dios, el cuál puede ser el árbol, la planta, el sol, el universo, las estrellas ó vosotros mismos.   Os han convencido de que debéis buscar vuestros propios “poderes internos” y así no necesitar más el acudir a vuestro Dios. Os han llevado a la soberbia absurda de haceros creer que podéis ser como dioses y podéis tener al Mundo a vuestros pies; os están vendiendo a Satanás, su padre.

Os he dicho todo esto a través de muchos años he estado previniendo a la humanidad para que no llegara a éstos niveles de maldad, pero no entendisteis. Ahora las fuerzas del mal, comandadas por ésta casta de fariseos quiere dar su golpe final.  Sí, en forma definitiva quiere quitar todo lo que os recuerde a Mi Hijo y a Mí, vuestra Madre; el único paso es adueñarse de Mi Iglesia.

Durante muchos años se le ha atacado fuertemente a Mi hijo Juan Pablo II, porque ha defendido lo que es de Mi Hijo y lo Mío. Se le ha difamado, se le ha tratado de asesinar, se le han opuesto cardenales, sacerdotes y teólogos por no aceptar sus “ideas novedosas para el “Mundo moderno”, ideas que van en contra de la misma vida humana y espiritual y todo esto para tratar de eliminarlo de la Silla de Pedro.  Vosotros, humanidad, por haber sido tercos y sordos a Mis Plegarias, vuestro Santo Padre, el Papa, será removido por ésta casta infernal para permitirle el lugar a un representante de Satanás, quien os llevará a la negación de la Persona Divina de Mi Hijo y de Mi, Su Madre Santísima. Vais a vivir un tiempo de desolación como nunca antes lo ha vivido la humanidad, vais a sentir lo que Mi Hijo sintió en la Cruz cuando, por haber tomado sobre sí los pecados de todo el Mundo, la Vida Divina del Padre lo abandona y exclama con gran dolor, “Por qué Me has abandonado”.  Ahora viviréis un tiempo de gran zozobra porque estaréis sin Dios por vuestro gran pecado.  Habéis vuelto a crucificar a Mi Hijo al haber aceptado el mal que os impusieron porque perdisteis la espiritualidad que os enseñó Mi Hijo.  Mucho mal cubrirá la Tierra entera.  Los demonios caminarán entre vosotros, sólo la Luz interior que cada uno conserve es la que os guiará y os salvará de caer en sus garras. Esta Luz interior será la Vida de Mi Esposo, el Santo Espíritu de Dios, quién guiará y protegerá a las almas escogidas para que caminen sin caer en éste tiempo de tinieblas que tendréis. Sólo aquellas almas que vivan en Estado de Gracia Lo escucharán.

En ningún momento nos separaremos de aquellos que hayan escogido el bien por haber negado el mal a toda costa.  Sólo las almas valientes que no apostaten por servir a Satanás, aceptando lo que ésta casta infernal les proponga, se salvarán por toda la eternidad.

Sí, el maligno tiene un gran poder y con sus secuaces, la casta de fariseos os querrán quitar la vida del cuerpo y del alma, pero vuestro Dios está muy por encima de ellos y si éste va a ser un tiempo de gran dolor y pena, también va a ser un tiempo de gran Misericordia y de Amor de parte de vuestro Dios. Grandes pecados veréis, pero también grandes milagros gozaréis.
Vuestra oración, vuestra entrega, vuestro sacrificio, vuestro amor, son las armas a usar contra el demonio y sus secuaces en éstos tiempos.  No desfallezcáis en ningún momento, Yo, vuestra Madre, estaré al cuidado de cada uno de aquellos que invoquen el Santo Nombre de Jesús y el Mío, la fuerza de Dios está con vosotros.

Ya Mi Hijo os dijo que el remedio a todo ésto está en vuestras manos, aún podéis disminuir los acontecimientos que vendrán.  ¡Por favor, Mis pequeños, crean en Mis Palabras, que son las de vuestro Dios, ya no hay tiempo que desperdiciar, vuestra vida eterna y la de vuestros hermanos está en vuestra respuesta a vuestro Dios! Ya no hay tiempo para dudar, ¡actuad!

Yo os bendigo en Nombre de Mi Padre Dios, en Nombre de Mi Hijo Jesucristo, en Nombre de Mi Esposo, el Santo Espíritu de Dios y en Mi Nombre, María Sierva del Único Dios.